PÁGINA INICIAL !! PAGINA INICIAL - www.elRivalinterior.com Índie de Artículos !!
Psicología del Deporte Autor: Gustavo Maure

Los Kamikaze

Herederos de este espíritu inquebrantable (posición mental en combate) fueron los kamikaze, que nacieron como acciones espontáneas de algunos pilotos contra bombarderos B17 o portaviones para convertirse en una fuerza regular a partir de 1944, cuando el almirante Onishi, desesperado por el avance incontenible de los norteamericanos dispuso incluir una bomba de 250 kilos en los aviones Zero que a partir de ese momento comenzaron a estrellarse sistemáticamente contra los portaviones ante los incrédulos ojos americanos.

Preparándose para su última misión
Un grupo de Kamikazes estudian las cartas de navegación aérea.

En la partida los despedían con honores militares.
Su muerte honrará a su familia y a su escuadrón

Un Kamikaze a punto de impactar sobre un crucero norteamericano

Mitsugi Saotome, en su libro Aikido , nos muestra un aspecto decisivo sobre la actitud mental del guerrero. La conciencia del samurai auténtico adoptaba la forma de su enemigo ante quien se esforzaba por reflejar una actitud altiva y respetable.

El samurai buscaba sólo un adversario valiente y diestro. El enemigo era su fuente de inspiración y quien le obligaba a perfeccionar constantemente su técnica. El resultado del combate no importaba, si el enemigo era fuerte y noble, la victoria tenía sentido. Pero si era débil y cobarde, no tenía ningún valor y la derrota, por lo tanto, constituía el peor de los deshonores. Cuando dos guerreros se aprestaban a enfrentarse, ambos anunciaban su nombre, linaje, ryu (escuela de sable), daban gracias a su armero y proclamaban su intención de vencer. En consecuencia, el enemigo no era deshumanizado por el odio y el miedo, ni transformado en un cuerpo sin alma. Se glorificaba al adversario en un ejercicio de síntesis de amor y odio".

"Mucho mejor, así combatiremos a la sombra".

Un ejemplo que merece citarse junto a los valerosos samurais es el de los abnegados guerreros espartanos. La batalla de las Termópilas tuvo lugar durante la guerra que enfrentó a griegos y persas en el siglo V a.C. Jerjes, general persa, y sucesor de Darío, inicia la conquista de Grecia como primera parte de su plan para dominar Europa. Alrededor de 30 ciudades-estado del centro y sur de Grecia se dieron cita en Corinto para acordar una estrategia de defensa común.

Finalmente formaron un ejército combinado bajo mando espartano para atrapar al ejército persa en las Termópilas. Era este un pasaje estrecho cerca del mar, que unía la zona central y la del sur de Grecia y que permitiría una defensa relativamente fácil por parte de pocos hombres, anularía su superioridad numérica e impediría al adversario el uso de su temible caballería.

Leónidas, el rey de Esparta, fue puesto al mando del ejército griego, pero cuando solicitó la dispensa para alinear a sus tropas eludiendo la celebración de la festividad religiosa de Carneia, no obtuvo la autorización. Sólo pudo contar con 300 hombres de su guardia personal con los que habría de intentar unirse a los aliados y bloquear el paso hasta que, pasada la fiesta, el resto de su ejército fuera autorizado a reunirse con él. La misión era suicida, de manera que sus hombres fueron escogidos entre familias que contasen con al menos otro heredero varón para que, caso de morir, no quedasen sin línea sucesoria.

Finalmente 7000 soldados griegos enfrentarían a 250.000 hombres y el primer objetivo de los de Leónidas fue levantar la vieja fortaleza y las murallas derruidas del paso de las Termópilas. Después mandó un contingente para defender un estrecho pasadizo que suponía un punto débil de su posición, temiendo que si los persas lo descubrían podrían rodearlos. Poco después un enviado persa llegó para conminar a los griegos a rendirse advirtiéndoles que ellos eran tan numerosos que sus flechas oscurecerían el sol. A esto Leónidas respondió con la famosa frase de mucho mejor, así combatiremos a la sombra.

Un primer ataque de los persas fue rechazado por los griegos. Jerjes mandó entonces a sus 10.000 "Inmortales", tropas de élite comandadas por su hermano que, al igual que los espartanos eran profesionales especializados pero que, no obstante, fueron rechazados por los griegos.


Leónidas en las Termópilas, 1814
Jean-Louis David

Pero un traidor llamado Sfialtes advirtió a los persas del paso a través de las montañas para llegar a la retaguardia griega. Cuando a la mañana siguiente los griegos advirtieron la traición ya era demasiado tarde. Consciente de una derrota inminente, Leónidas mandó dispersar a su ejército pero los espartanos y algunos otros, como los tebanos quisieron quedarse. Eran poco más de mil.

Estos hombres lucharon con una valentía y un arrojo que ha pasado a la historia. Sabiendo que iban a morir, rodeados por todas partes de miles de soldados enemigos, resistieron hasta que una lluvia de flechas acabó con todos ellos.

Los griegos fueron derrotados. La de las Termópilas fue una batalla perdida que no obstante permitió a los griegos que se reorganizaran para seguir luchando contra los persas (que acabarían vencidos en Salamina) y les alentó con su ejemplo; siempre será recordada como ejemplo de valor y coraje, de supremo sacrificio en defensa de su territorio.


Uno de los muchos monumentos que recueradn a Leónidas

® Gustavo Maure

© todos los derechos reservados

Página Inicial
Indice de Textos

Bibliografía

www.kleo.ru/Encyclopedia/ Stars/Tom.shtml

Saotome, Mitsugi, Aikido o la armonía de la naturaleza , Barcelona, Editorial Kairós, 2001, 5° edición, Pág. 133-135

Página Inicial
gustavomaure@gmail.com