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Psicología del Deporte
Autor: Gustavo Maure

El auténtico campeón debe ser tan implacable como un matarife.

Raúl Fain Binda
Columnista, BBC Mundo

La cacería
El gato y el ratón

Los psicópatas dejan una enseñaza para el dpeortista, por ejemplo no se angustian; frente a un golpe sorpresivo como una explosión que no permite preparación, el neurótico pega un salto de angustia, cosa que el asesino serial no hace, no conoce la angustia ni siquiera frente al más aberrante de sus actos, no le tiembla el pulso como le sucede un tenista frente al match point, aunque por supuesto estos psicópatas nunca llegan a nada, solo pueden destruir.

Los Psicópatas y la cacería

Dentro de la psicopatología entendemos que la conducta de algunos violadores y asesinos seriales representa un mórbido juego de cacería donde se constituyen en cazador y presa simultáneamente. Por un lado acechan y atacan a sus víctimas y por el otro generan una intensa presión social donde ellos mismos se convierten en la presa buscada por el cúmulo de policías, jueces, organismos de inteligencia y demás instancias que se movilizan en su búsqueda. Cada uno de ellos tiene sus estrategias de caza y de despiste. Pero conciente o inconcientemente suelen dejar diferentes pistas desafiando a los “cazadores” y manteniendo en vilo a la sociedad en su conjunto. Su narcisismo se ensancha de orgullo al observar el impacto social que producen mientras toman nuevos recaudos ante el cerco que se va estrechando. Sobre el fondo de este goce macabro, la cacería, desarrolla su modalidad específica de perversión sexual. Presos de su propia auto destructividad, en general continúan el juego hasta que son capturados.

En última instancia todo acto delictivo reposa sobre este mortífero juego donde el delincuente intenta ser cazador pero puede convertirse en presa en cualquier momento, generando la adrenalina que caracteriza el goce particular que experimenta el asaltante u homicida. También la piratería o una expedición vikinga se realizaban sobre el mismo trasfondo emocional. Es evidente que la falta de sublimación de Thánatos hace que no se puedan considerar estas acciones como un auténtico juego, cosa que sí alcanza el deporte, donde la simbolización permite desarrollar este goce sin las nefastas consecuencias que deja el quebrantamiento de la ley. En la mayoría de los casos de asesinos seriales se descubren profundos odios acumulados desde la infancia que originalmente fueron dirigidos a sus padres y que luego se desplazaron a otras personas. La peligrosidad se incrementa cuando en algunos casos ya no les preocupa conservar su propia vida o libertad, es decir que el odio ya ha comenzado a volcarse sobre ellos mismos.
El deportista profesional está a un mundo de distancia de estos nefastos personajes, ya que ha sublimado sus mociones agresivas y su accionar lejos de traer dolor causa placer y entusiasmo a multitudes, pero puede tomar de los psicópatas su sangre fría, determinación y falta de inhibición para descargar el sadismo puesto ahora al servicio de la cultura.


Dr. Hannibal Lecter
Las películas sobre asesinos seriales han intentado mostrar el accionar y
las oscuras motivaciones de sujetos extraordinariamente agresivos.
Estos cuadros clínicos guardan un extraordinario grado de
similitud con el deporte, la guerra y la cacería.
Los jugadores exitosos siempre son buenos psicópatas
“dentro de las reglas de juego”.
El jugador que quiera triunfar necesita liberar
el “instinto asesino” y darle un cauce sublimado y positivo



Santos Godino, Cayetano 1895-1944
Archivo Fotográfico de la Nación, Buenos Aires


Manson

 

 


David Berkowitz - Autodenominado El hijo de Sam


El asesino de Milwaukee

Los asesinos seriales son personas capaces de efectuar actos aberrantes con absoluta sangre fría. No conocen la angustia frente a las consecuencias de sus actos.
En este sentido se separan tajantemente de la neurosis donde siempre tiembla el pulso en los momentos decisivos. Fotos de archivo del FBI

En criminología encontramos una teoría llamada atavismo que consiste en explicar la psicología de los criminales como una regresión a épocas anteriores, el primero en postular esta idea fue Darwin en 1871 ”Respecto de la raza humana podemos decir que las peores manifestaciones que ocasionalmente y sin causa visible aparecen en ciertas familias pueden quizás ser regresiones a un estado salvaje, del que no nos separan muchas generaciones” Esta concepción abarca también a los fenómenos de violencia en el fútbol del que muchas veces los jugadores no son ajenos. Cuando una maestra de jardín enseña a un niño a no arrebatar un juguete a otro sino a pedírselo y a aceptar una eventual negativa, no se da cuenta que está tratando de instalar una modalidad sublimada de la pulsión de muerte sobre la cual se edifica la cultura. Concebimos a la barbarie como la ley de la jungla donde predomina el más fuerte o el más artero.

 

La reversión del juego

Simón Wiesenthal, el cazador de nazis recientemente fallecido, es un claro representante de la actitud de guerrero sublimado que estamos tratando de definir en este libro; atravesó el infierno eludiendo la muerte con una idea en la mente, hacer justicia. Al finalizar la guerra alcanzó una posición subjetiva donde se había transformado en un hombre al que no se podía intimidar, asustar o coaccionar, despojado de todo rastro de neurosis era inteligencia en acto; decidido y eficaz valoró y sopesó personalmente cada pista que encontró, indudablemente atravesó un límite, superó el miedo a la muerte y toda angustia de castración. Su presa más destacada fue la captura en Argentina del jerarca nazi Adolf Eichmann, responsable de la llamada Solución Final, plan que llevó al exterminio de millones de judíos.


Simón Wiesenthal sobreviviente del holocausto,
memorizó y anotó los nombres de los comandantes nazis de los
diferentes campos de concentración donde estuvo recluido.

La Cacería

Entender al deporte como cacería nos permite destacar dos roles claramente diferenciados, el cazador y la presa. Como veremos más adelante, el trofeo surgió históricamente como recuerdo de la presa capturada. Las posiciones de presa y cazador trascienden el deporte, alcanzan a la relación entre el hombre y la mujer, y se extienden, de manera simbólica y solapada, a casi todas las conductas humanas. Sujeto y objeto son categorías intercambiables que dependen de la estructuración que tiene, en cada uno de nosotros, el guión escénico imaginario e inconciente llamado fantasma que fija un lugar de objeto y que nos presiona para que lo ocupemos casi sin darnos cuenta. El fantasma es una especie de programación que se realiza en la infancia y que determina tendencias inconcientes al lugar de objeto o al de sujeto.

En la cacería estos dos roles suelen ser fijos, a lo sumo la presa logra escapar y el cazador quedará burlado. Tanto el tigre como el humano muchas veces ven frustradas sus expectativas. En cambio en el deporte los roles son reversibles e intercambiables, la presa pueden convertirse en cazador y viceversa. Además en la cacería nunca hay simetría de armas o de estrategias, siempre existe una desigualdad en el enfrentamiento. Únicamente existe cierta simetría y paridad en la competencia que realizan los machos disputando el territorio y las hembras, con lo que este enfrentamiento se aproxima más al deporte. Para captar el auténtico simbolismo de los juegos hará falta agregar un nuevo elemento de análisis.

¿Se contradice la óptica de la cacería con la idea de la sublimación de la guerra? No, porque la guerra es, en última instancia, una cacería humana. Los enemigos capturados se exhiben como animales dentro de jaulas (todavía se sigue haciendo), muchos deportistas tienen temor a la “humillación” de una derrota. El deporte tiene importantes componentes de la caza y paralelamente sustituye a la guerra. Debajo de la caza simbólica, subyace la batalla simbólica.

 

© Gustavo Maure

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