La reversión del juego
Simón Wiesenthal, el cazador de nazis recientemente fallecido, es un claro representante de la actitud de guerrero sublimado que estamos tratando de definir en este libro; atravesó el infierno eludiendo la muerte con una idea en la mente, hacer justicia. Al finalizar la guerra alcanzó una posición subjetiva donde se había transformado en un hombre al que no se podía intimidar, asustar o coaccionar, despojado de todo rastro de neurosis era inteligencia en acto; decidido y eficaz valoró y sopesó personalmente cada pista que encontró, indudablemente atravesó un límite, superó el miedo a la muerte y toda angustia de castración. Su presa más destacada fue la captura en Argentina del jerarca nazi Adolf Eichmann, responsable de la llamada Solución Final, plan que llevó al exterminio de millones de judíos.
Simón Wiesenthal sobreviviente del holocausto,
memorizó y anotó los nombres de los comandantes nazis de los
diferentes campos de concentración donde estuvo recluido.
La Cacería
Entender al deporte como cacería nos permite destacar dos roles claramente diferenciados, el cazador y la presa. Como veremos más adelante, el trofeo surgió históricamente como recuerdo de la presa capturada. Las posiciones de presa y cazador trascienden el deporte, alcanzan a la relación entre el hombre y la mujer, y se extienden, de manera simbólica y solapada, a casi todas las conductas humanas. Sujeto y objeto son categorías intercambiables que dependen de la estructuración que tiene, en cada uno de nosotros, el guión escénico imaginario e inconciente llamado fantasma que fija un lugar de objeto y que nos presiona para que lo ocupemos casi sin darnos cuenta. El fantasma es una especie de programación que se realiza en la infancia y que determina tendencias inconcientes al lugar de objeto o al de sujeto.
En la cacería estos dos roles suelen ser fijos, a lo sumo la presa logra escapar y el cazador quedará burlado. Tanto el tigre como el humano muchas veces ven frustradas sus expectativas. En cambio en el deporte los roles son reversibles e intercambiables, la presa pueden convertirse en cazador y viceversa. Además en la cacería nunca hay simetría de armas o de estrategias, siempre existe una desigualdad en el enfrentamiento. Únicamente existe cierta simetría y paridad en la competencia que realizan los machos disputando el territorio y las hembras, con lo que este enfrentamiento se aproxima más al deporte. Para captar el auténtico simbolismo de los juegos hará falta agregar un nuevo elemento de análisis.
¿Se contradice la óptica de la cacería con la idea de la sublimación de la guerra? No, porque la guerra es, en última instancia, una cacería humana. Los enemigos capturados se exhiben como animales dentro de jaulas (todavía se sigue haciendo), muchos deportistas tienen temor a la “humillación” de una derrota. El deporte tiene importantes componentes de la caza y paralelamente sustituye a la guerra. Debajo de la caza simbólica, subyace la batalla simbólica.
© Gustavo Maure
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