En diferentes ocasiones el causante del golpe o partido fallido es el mismo jugador
Existe un estado ideal de rendimiento, EIR, postulado por James Loehr, en Fortaleza Mental en el Deporte. Este estado se alcanza en condiciones de concentración donde la energía fluye sin esfuerzo hacia la musculatura o la acción. Loehr le llama “afluencia” por la unión entre la conciencia y la acción. Se puede decir que los ideales son como las estrellas para el navegante, el marino no llega a ellas pero le señalan el camino. En este caso no solo guían sino que en algunas ocasiones es posible alcanzar estas estrellas. Por lo tanto es de suma utilidad darle un nombre a algo para que se configure como un faro que oriente el rumbo, particularmente en el terreno psíquico que muchas veces se nos presenta como inasible o evanescente. Como mínimo todo navegante debe tener en claro el puerto de destino y los diferentes obstáculos y peligros que se le pueden presentar en su derrotero.
El EIR es un modelo teórico que podemos perfeccionar, en esta naturalidad y facilidad de movimiento pensamos que no se une la conciencia a la acción sino que el inconciente se expresa libremente en la acción. ¿Que es entonces la afluencia? El término afluencia, que habría que traducirlo como fluidez, fue propuesto en 1975 por Mihaly Csikszentmihalyi en el Journal of Humanistic Psychology describiendo la experiencia de la espontaneidad y eficiencia de los movimientos deportivos y a partir de entonces se lo ha utilizado en diferentes oportunidades por atletas y entrenadores de los Estados Unidos.
El autor caracterizó la afluencia de esta forma:
• Cuando las cosas salen bien sin la necesidad de una intervención deliberada y conciente. (no podemos menos que entender que es sin el yo y sin la conciencia)
• Es un estado especial donde todo lo que hacemos está bien y es fácil y automático.
• La afluencia (o fluidez) a menudo acompaña actividades que se perciben como especialmente divertidas y placenteras.
• Es una consecuencia de la unión especial entre acción y conciencia. (lo que se contradice con el primer punto ya que la conciencia no está en juego, diríamos entonces entre la acción y el inconciente)
• Durante la afluencia el movimiento parece acaecer simplemente por sí solo, como si otra cosa estuviera logrando que sucediera (esa otra cosa es el inconciente, el subrayado es nuestro).
• Cuando nos ponemos en posición de observador la afluencia se detiene, por ejemplo en una exclamación tipo “no puedo creer que este haciendo esto” (Acá interviene el yo y la conciencia interrumpiendo el proceso)
• Podemos agregar: Es algo que se hace sin pensar, si tomamos conciencia la fluidez se pierde. Lo automático y natural del movimiento apoya esta idea. Como también la idea de esa otra cosa que estuviera logrando que sucediera. Esa otra cosa es el ello, tal como plantea el budismo zen, que pide la ausencia de la conciencia, por lo menos en el sentido de voluntad conciente y el ello del virtuosismo actúa. Ello dispara dice el maestro zen.
• Agregamos: el nerviosismo interrumpe la fluidez.
¿Pero de qué ello se trata? Evidentemente no de cualquiera, sino del ello trabajado, pulido y disciplinado. En consecuencia podemos representarnos a la fluidez como la conjunción entre el ello y el inconciente. Los jugadores de tenis cuidan la regularidad para no salirse de punto y saben que el costo de errar una pelota fácil no es solamente el punto en contra sino sobre todo perder el estado de fluidez. Muchas de las palabras de aliento que se dan a sí mismos son del orden de “volver al partido” y mantener el estado óptimo, es decir un ello puro y fluido.
La relación entre el ello y el inconciente puede ser presentada como la concordancia que existe entre dos cristales móviles de un instrumento óptico como un telescopio o cámara fotográfica reflex.
En el estado errático el ello está muy disociado del inconciente con impulsos separados de las representaciones o huellas mnémicas, esta disyunción es el prototipo del rival interior. En cambio en la fluidez, el ello positivo que en el zen corresponde al virtuosismo, existe una coalescencia, concordancia o armonía entre el impulso (ello) y los caminos simbólicos de la memoria inconciente. En los jugadores con tendencia a la irregularidad existe una llamativa alternancia entre ambas modalidades. Todo descontrol puede ser también entendido a partir del esquema uno, disyuntivo o disociado. Esta discordancia se produce por el exceso de presión, traumas o pulsiones autónomas o anárquicas de excesiva intensidad.
Discordancia entre el ello
y el inconciente
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Concordancia entre el ello y el inconciente
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Las irregularidades de rendimiento se ilustran en el esquema uno que muestra un ello anárquico disociado del inconciente. El segundo es una conjunción casi ideal de ambas instancias psíquicas y representa las metáforas habituales como estar en foco, focalizado, centrado, armonizado, etc. en la que los jugadores perciben las claras diferencias entre los dos estados.
Estas dos instancias suelen representarse en los sueños como el caballo y el jinete, el primer modelo es del orden del potro acéfalo que ignora los intentos de dirección que se le imprimen. En el segundo caso, jinete y caballo se fusionan y armonizan en una sola dirección. Uno aporta toda la fuerza y reflejos del instinto animal en bruto (pulsión), el otro suma la inteligencia inconciente, las huellas mnémicas y el virtuosismo. Cualquier deportista nota en sí mismo estos desencuentros entre el jinete, sujeto del inconciente y el ello desbocado. El ello es una especie de caldera que emite chorros de vapor con dirección descontrolada, el inconciente se asimila a una máquina que dosifica y da vida útil a esa energía.
En el estado errático el yo interviene permanentemente con diálogos internos que intentan ordenar el descalabro eliminando los pensamientos perjudiciales. En cambio en el estado de fluidez se juega con mínimas intervenciones del yo, es un estado de no mente, como propone el Zen.
Otro esquema de representación es el siguiente:
Observe estos círculos como si fueran un acople entre dos conductores de combustible.
En el primer modelo las cañerías desparramarán el carburante, el segundo esquema nos muestra los conductos perfectamente ensamblados asegurando la fluidez hacia el destino correcto.
Estado Errático
Descentramiento
Ello e Inconciente Desenfocados
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Fluidez
Máximo Rendimiento
Ello e Inconciente alineados
Estado de Sincronización y Centramiento
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El desacople del primer esquema corresponde a la Furia - Apatía - Impotencia – Torpeza, etc. El acople del segundo modelo es la clave del Virtuosismo.
Dirección progrediente :
fisiología - soma ello (pasión- instinto) inconciente (destreza) musculatura = Excelencia Deportiva |
Otra prueba que el que juega es el inconciente, o mejor dicho, el sujeto del inconciente, la encontramos en una prueba hecha más de mil veces, si le preguntamos a un eximio jugador como hace tal o cual cosa, no sabrá decirnos o nos dará una pobre explicación, y finalmente nos dirá que eso le sale solo, es decir sin el yo y sin la conciencia. Sale del Ello y del inconciente.
Sobre este tema citamos textualmente al mismo Loehr, generalmente (los jugadores) lo pueden hacer pero no pueden decirlo exactamente como. En gran parte el control que han logrado es inconciente y automático. Horas y horas de práctica y juego han dado como resultado una serie de movimientos altamente complicados y eficientes que se pueden ejecutar sin intervención de la conciencia. “Es como si yo no lo hiciera, como si otro lo estuviese haciendo por mí.” Estos autores se contradicen por no incluir una teoría que incluya al inconciente. No los estamos criticando ya que queremos sumar, lo que se quiere plantear es que si esas agudas observaciones se integran a una teoría tan productiva como la psicoanalítica, cobran nueva vida y tienen mayores posibilidades de encontrar una solución concreta cuando las cosas no funcionan a nivel de éxito deportivo.
Aunque la mayoría de los centauros eran bárbaros y salvajes, Quirón
fue un médico sabio, experto en arte y caza, tutor de varios héroes, entre ellos Aquiles.
El centauro griego representa el tránsito y la unión del “instinto” animal con la razón.
En el sentido del deporte, la caza o la guerra, personifica una armónica
relación del ello con el inconciente, que corresponde a nuestro segundo esquema (fluidez).Ánfora siglo IV a.C.
© Gustavo Maure
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Deianeira Abducted by the Centaur Nessus - Guido Renis 1621 - Museo Louvre París