La conquista del Everest fue y siguie siendo uno de los desafíos más importantes para los más audaces exploradores. En la época en que se alcanzó la cumbre del mundo los equipos de supervivencia eran muy rudimentarios.
Ya en 1921 una expedición inglesa se había dirigido por primera vez al Everest por el lado del Tibet y encontraron una ruta de ascenso: el Collado Norte. Tres años después, Georges Mallory y Andrew Irving desparecían en la montaña. Aparentemente no alcanzaron la cumbre, y desde esa época la montaña más alta del mundo reforzó su carácter de mito viviente.
Entre los años 1920 y 1950 se consolidó en la imaginación colectiva la existencia del hombre de las nieves en el Himalaya, una especie de mezcla entre hombre y gorila, el yeti ( esa cosa en nepalés), como corporizando el peligro en un semejante mucho mejor adaptado a la fría inclemencia.
Las expediciones al Polo Sur y al Polo Norte despertaron el interés del mundo entero y al igual que en la conquista del Everest, existieron importantes bajas en sitios donde un error costaba la vida. Expediciones enteras quedaron en el camino. El cementerio de los andinistas ubicado al pie del Aconcagua es una especie de homenaje y advertencia de la seriedad del emprendimiento. (A nivel de manejo de la agresividad podríamos hacer una paráfrasis y decir que frente a inclemencias extremas como la de la alta montaña, el mejor ataque ......es una buena defensa.)
En la actualidad se multiplica el interés por estos deportes extremos entre los que podemos mencionar el paracaidismo, aviación acrobática, los saltos ornamentales, los celebres clavadistas de Acapulco, esquí sobre la nieve o snowboard en montañas o laderas inhóspitas, record de máxima profundidad de inmersión, buceo en ríos subterráneos, cavernas o sitios muy profundos o con animales peligrosos, espeleología (exploración de cavernas profundas) , equilibrismo a grandes alturas, surf en olas gigantes, saltos con cuerdas en caída libre, salto base, corridas de toros por las calles de Pamplona durante la fiesta de San Fermín, expediciones a glaciares, descenso y escalada en general, vuelta al mundo en globo, conquista del espacio, viajes a la luna, etc. y diferentes opciones intermedias.
El Bungee Jumping es uno de los deportes extremos más antiguos y que más modalidades presenta. Esta actividad tiene su origen en un rito llamado Gkol, realizado en la Oceanía, en las islas Vanuta, actualmente llamadas “Nuevas Hébrides”. El rito demostraba el paso de la edad, puesto que cuando se llegaba a la adolescencia debían demostrar su valentía subiendo sobre torres de cañas de 25 metros de altura, para lanzarse al vacío atados por los tobillos con ramas de vid. Actualmente el Bungee usa cuerdas elásticas y cuando se tiran la emoción se obtiene con el rebote. En cambio, el Puenting usa cuerdas y sólo se arrojan al vacío cuidando de trazar un arco en la caída a efectos de formar un péndulo humano que amortigüe el impacto. Vencer el miedo o la angustia parece ser el nervio motor de estos emprendimientos.
Podría discutirse si los expedicionarios son también deportistas o no, pero el objetivo de nuestra cita es mostrar cómo estas actividades han conservado un grado de riesgo variable en cada actividad, herencia de una actividad guerrera pero transpuesta a una batalla de la habilidad del hombre contra la inclemencia de la naturaleza, el avance sublimatorio reside en que no ponen en peligro a nadie, excepto a los aventureros que han decidido intervenir. Sin embargo mantienen todavía el carácter sacrificial que enmarca al deporte o a los diferentes emprendimientos humanos que determinan al héroe. En un campo de juego estos peligros están representados por el adversario, que como bien indica su nombre, representa a la adversidad.
Cantón de Grisons, Suiza
Encontronazo en el ciclismo
Si los lugares no son extremos el cuerpo mismo puede ser llevado al extremo, como ejemplos se destacan: maratón, competencias de Iron-man (hombre de hierro), triatlón, levantamiento de pesas, regatas a vela alrededor del mundo o en mares de gran dificultad, Grand Slams con partidos a cinco sets, etc. Estas también son formas veladas del rasgo sacrificial del deporte ya que se lleva al cuerpo a traspasar el límite de su resistencia.
En relación al temple de ánimo estos casos nos sirven para ejemplificar la actitud que tienen estos sujetos como demostración de aquello a lo que le hemos dado el nombre de valía o entereza espiritual.
Concluimos que el deporte surge cuando se logran configurar reglas que descartan la violencia y organizan la agresividad para transformarla en actitud deportiva e inteligencia. Si el deportista no alcanza a realizar plenamente este proceso sublimatorio, los restos de agresividad se pueden manifestar, por ejemplo, como arranques de ira improcedentes en relación al fin buscado y que en el fondo son reacciones de impotencia. También pueden descargarse bajo la forma de excesivo nerviosismo. En ambos casos toman la forma de un autoboicot ante el éxito deportivo. Metafóricamente le dimos a este proceso el nombre de rival interior. Muchos accidentes que ocurren en deportes extremos (y en otros ámbitos) pueden ser analizados a la luz de este proceso pulsional.
El positivo manejo de la agresividad determina y configura al buen deportista diferenciándolo de una persona hostil con los demás o consigo misma. El deporte permite organizar la agresividad y la rivalidad, que en el ser humano a veces son fines en sí mismos, no como en el animal donde simplemente son medios para sobrevivir, pero si queremos triunfar en esta actividad la sublimación debe ser casi absoluta.
La Regata Mini Transat parte de Francia, hace escala en Canarias para arribar finalmente a Martinica.
Se corre en veleros de solo 6,5 mts de eslora. El promedio es de un tripulante desaparecido por cada competencia disputada
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