Siglos atrás, en una taberna de Japón, un maestro de kenjutsu observaba, junto a otros samurai, un aguerrido partido de Go, que, como decimos en este libro exacerba y moviliza todas las pulsiones hostiles, aunque la sublimación obliga a mover solo las fichas.
Imprudentemente al maestro se le escapó una sugerencia, y como bien saben los que juegan ajedrez es imperdonable opinar desde afuera. El jugador de go perjudicado por la opinión del maestro salta enfurecido de la silla y lo hiere gravemente. La gente del lugar detuvo al atacante. El maestro apagó la luz de la vela diciendo. –No fue más que mi propia indiscreción, lo lamento. Entonces la gente volvió a prender la luz de la vela y el hombre que lo había atacado se acercó para reconciliarse. Cuando se hubo acercado lo suficiente, el maestro en el mismo movimiento de desenvainar le cortó la cabeza de un golpe. -Estaba herido en el muslo, amarrando mi pierna con el abrigo y apoyándome en la mesa de Go pude hacerlo. Dicho esto murió. Estaba en inferioridad de condiciones. El maestro lo mató con la espada, pero básicamente lo desarmó con las palabras. (tomado de Hagakure, El libro de los Samurai)
. Modernamente lo hizo Jorge Locomotora Castro contra John David Jackson (confirmar este nombre) cuando, encontrándose en el último round de una pelea por el título del mundo, que el argentino poseía y que estaba a punto de perder ampliamente por puntos, se hizo el “casi muerto” apoyándose contra las cuerdas del ring, como invitando a Jackson a despacharlo. Jackson se tentó con la idea del knock out y recibió un golpe neto que lo volteó por toda la cuenta. La cara edematizada de Castro demostraba lo providencial de su jugada.
WATSON (DENVER) QUEDA DESAIRADO ANTE UN AMAGUE DE GINOBILI. (Foto: Reuters)
Cuando en el siglo XVII los portugueses atacaban la Ciudad de Colonia (Uruguay), que tiene muchas piedras sumergidas en su entrada a puerto, los españoles solían utilizar una táctica imprevista.
Cambiaban de lugar las boyas que marcaban la piedra y se ubicaban detrás de ella, desde allí disparaban al galeón enemigo. Los portugueses partían a toda vela para atacar al barco enemigo y chocaban contra la roca averiando seriamente el barco de madera.
El lector estará pensando qué tiene que ver esto con el deporte. Mucho, el genial Amadeo Carrizo, arquero del club argentino River Plate, tenía a todo su equipo adelantado, de pronto en un contraataque fulminante un jugador contrario quedó solo frente a él. Imposible atajar, entonces Amadeo se quedó quieto y con toda tranquilidad levantó el brazo pidiendo la pelota con una mano, mientras que con la otra señalaba al referí como si este estuviera cobrando off-side. Engañado el joven jugador le tiró suavemente la pelota a sus manos.
En el fondo todo amague, sea fútbol o básquet, es un cambio de realidad. Maradona era un excelente jugador sin pelota, arrastraba toda la marca para que algún compañero quedara solo. La velocidad de movimientos es importante, pero los grandes jugadores de todos los deportes demostraron que la velocidad del pensamiento era todavía más importante. Todo ellos eran más rápidos con la mente que con el cuerpo. Superaban largamente al rival.
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Jugada de Doble Tijera por Ronaldo
El fenómeno brasileño Ronaldo se enfrenta a un defensor en esta confrontación uno a uno. El hace un amague de doble tijera y el defensor pierde el equilibrio. Mientras el ultimo jugador se inclina a un lado, Ronaldo detecta esto y avanza en la dirección contraria.
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En la Copa Libertadores un jugador acababa de meter un excelente gol de tiro libre apuntando al otro palo del arquero con una comba que hizo pasar la pelota por sobre la barrera. Al partido siguiente le quedó un tiro libre similar. Pateó y el arquero salió disparado hacia el otro palo pensando que el goleador repetiría la estrategia que le dio resultado, pero el delantero captó que el arquero pensaría eso, lo había anticipa mentalmente y tiró al palo del arquero dejándolo a contrapierna y convirtiendo su segundo gol de tiro libre. Tenemos que decir que pateó la pelota con el pie, pero el gol ...lo hizo con la cabeza.
En París de fines de siglo un notable campeón de ajedrez derrotaba a cuantos oponentes se le pusieran enfrente, pero en una oportunidad se vio sumamente comprometido frente a un rival de nivel inferior y empezó a ponerse nervioso. Tocó un peón y lo soltó, el rival exigió el movimiento, ya que Pieza tocada, pieza movida. El campeón se negaba ya que había sido por error, y que la regla era pieza soltada, pieza movida, finalmente debió mover la pieza y el rival se la comió, pero en realidad era una celada que le había tendido el campeón y el desafiante perdió el partido. Si el maestro hubiera movido el peón sin decir nada el otro hubiera sospechado de la intención de un aparente regalo. Le cambió la realidad ya que le desvió atención y le cambió la realidad haciéndole creer en un error cuando en realidad se trataba de una trampa.
Para utilizar estos recursos psicológicos es necesario desarrollar toda la valía sublimándola como inteligencia dominante en el partido. Es la actitud con que muchos generales ganaron batallas y estos trucos son motivos centrales de muchas películas de acción.
Esta idea de configurar una realidad en un plano donde el adversario no es un adversario sino una pieza de nuestros movimientos se logra creando una realidad superior a la que está viviendo el otro. La realidad del otro es solo una parte de la realidad que configuramos nosotros. Con otra moral pero con la misma malicia una estafa se organiza sobre la creación de una falsa realidad. Existe una víbora del desierto que parece tener un gusanito en la punta de su cola, se entierra en la arena y asoma su pequeño apéndice al que mueve como si fuera una inquieta oruga, apenas el ratón cazador intenta comer la presa es devorado por la astuta serpiente.
Creamos una realidad ubicada en un plano superior a la de nuestro rival que queda ubicado en una percepción mucho más estrecha de lo que realmente está sucediendo. El árbol le tapa el bosque.
La realidad del jugador A (exterior) envuelve a la realidad del jugador B (interior) que queda fagocitada o atrapada en su interior.
El jugador A es mentalmente superior porque puede pensar lo que piensa él y lo que piensa el jugador B.
El jugador B solo puede pensar en lo que él está pensando pero no puede entrar en los verdaderos pensamientos de A
El caballo troyano Giuseppe María Mitelli 1663
El ardid del caballo de Troya se basa en el mismo esquema de pensamiento
donde una realidad dominante subsume, contiene y encapsula a la otra.
En el ajedrez se llama celada o señuelo cuando se le hace creer al otro que obtendrá un aparente beneficio y en realidad está entrando en una trampa.
© Gustavo Maure
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