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Psicología del Deporte
Autor: Gustavo Maure

El Narcisismo

 

El Triunfalismo

“Esto es lo que sé desde chico: uno debe tener
confianza en sí mismo. Pero esta confianza debe estar fundada en los hechos.”

Bobby Fischer
(Campeón mundial de ajedrez)

Es una fase normal en la infancia. Alude al mito de Narciso, es el amor a la imagen de sí mismo. El nombre narcisismo deriva de la observación de algunas formas de amor autoerótico y sistemático que prescindían de un partenaire y volcaban toda la libido sobre el propio cuerpo. Es una forma de sexualidad envolvente donde el sujeto se ubica como amado y amante simultáneamente, como lo define la frase solo se ama a sí mismo . Es una descripción donde lo exagerado de la patología le permitió a Freud descubrir aquello que regularmente se disimula en las neurosis, en este caso una fase normal de narcisismo. Si se manifiesta en exceso se presenta la soberbia y la megalomanía como síntoma, en cambio el orgullo tiene dos variantes, existe uno próximo a la arrogancia, pero existe un orgullo sano que permite encarar y pelear un partido al modo de los grandes campeones.

 

Podemos representarnos al narcisismo mediante la fase del espejo, por un lado se encuentra el sujeto que mira por el otro la imagen o el objeto contemplado. Esta división en dos, sujeto amante y objeto amado tiene curso regular en las neurosis y, con cierta regulación, forma parte de la personalidad normal. Por ejemplo un jugador que mira con placer su foto en el diario.

 

Un jugador con poco narcisismo no tiene personalidad o carece de confianza en sí mismo, con exceso encuentra rápidamente un techo en su progreso deportivo.

 

Pero no solo es un tema de cantidad sino de cualidad, ya que existe un Narcisismo al servicio del goce y otro en función del deseo. El goce es la satisfacción pulsional Thanática que desemboca en displacer o sufrimiento, mientras que la instrumentación del deseo conduce a la afirmación del placer duradero, aún a costa de un desplacer inicial. Por ejemplo, en el amor se diferencia el que solo se ama a sí mismo del que intenta formar un entorno familiar en el que reine el amor. En otros ámbitos, encontramos al estudiante que se esfuerza en función de una excelente monografía, mientras que otro puede sentir que con su “inteligencia” ya conoce todo sobre el tema y no profundiza en el estudio y no avanza. O también el deportista que se prepara concienzudamente haciendo contrapunto con otro que subestima al rival. Estos casos se asemejan en que la conducta se organiza en base a una aspiración narcisista, pero se diferencian en que son dos modalidades de satisfacción libidinal opuestas con resultados muy contrastantes entre sí.

 

En muchos deportistas exitosos podemos observar como la fama, el dinero y la admiración que despiertan hacen resurgir el narcisismo infantil generando un contundente freno para su carrera deportiva o trae innumerables problemas al equipo al que pertenecen. El narcisismo positivo que dio origen a un excelente logro profesional ahora gira hacia su manifestación negativa permitiendo entornos aduladores o complacientes que refuerzan esta perjudicial corriente narcisista que se hermana con la pulsión de muerte generando dolorosos resultados.

Eco y Narciso por Waterhouse (1903)

La ninfa Eco repetía sus últimas palabras.
Fascinado con su belleza, Narciso morirá de hambre
enamorado de su imagen reflejada en el lago.

Como la ninfa repetía sus últimas palabras el mito tiene el significado de que Narciso solo se escuchaba a sí mismo. No dialogaba sino que monologaba. Un buen trabajo de pretemporada puede ser desagradable y esforzante, pero produce placeres posteriores. El placer se asegura con el buen narcisismo aún a costa de un displacer inicial.

El psicoanálisis no promueve un hedonismo, no se trata de hacer a cada momento lo que viene en gana sino de sostener una disciplina capaz de constituir el deseo y concretarlo. Estas dos clases o variedades de narcisismo suelen presentarse fusionadas y es una tarea del jugador o del psicólogo la delimitación e identificación de cada corriente para devenir finalmente en una purificación o cualificación positiva de la orgullosa tendencia pulsional.

 

La sensación de auténtica confianza en sí mismo solo surge del narcisismo positivo.

 

La corriente negativa puede manifestarse en una subestimación del rival o de sentir poca necesidad de entrenamiento o aprendizaje, con las funestas consecuencias que ello implica. De la misma forma, la exacerbación del narcisismo no permite actuar calmadamente en situaciones de debilidad ni generar flexibilidad en el juego o en las relaciones sociales.

El llamado síndrome del campeón consiste en un mareo que produce la fama y la gloria, en realidad puede comenzar mucho antes, incluso cuando apenas se inician los primeros éxitos deportivos y económicos. Este aumento o inflación del yo se forma a partir de una acumulación de libido sobre su propia imagen y afecta el rendimiento en varios sentidos.

 

Guillermo Vilas ha dado sobrados ejemplos de su dedicación al perfeccionamiento de su técnica. Aún en la cumbre de su carrera seguía filmándose y buscando permanentemente la superación de sus golpes. Tenísticamente tenía la humildad de los grandes y ha sido uno de los íconos de la constancia aplicada al progreso de su juego y estilo. Otro ejemplo positivo lo encontramos en el libro de Shunryu Suzuki, “Mente zen, mente de principiante”, donde nos expresa con toda claridad que a medida que avanza la maestría en el zen la mente se hace más “humilde”, abierta entonces para aprender nuevas cosas y en consecuencia menos cerrada a los estereotipos de pensamiento.

 

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Bibliogafía

Suzuki, Shunryu, Mente zen, mente de principiante , Buenos Aires, 1994, Editorial Troquel. 2° edición.

Spitz, René, El primer año de vida del niño , México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 197.

Spitz, René, El primer año de vida del niño , México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 204.

 

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