La ninfa Eco repetía sus últimas palabras.
Fascinado con su belleza, Narciso morirá de hambre
enamorado de su imagen reflejada en el lago.
Como la ninfa repetía sus últimas palabras el mito tiene el significado de que Narciso solo se escuchaba a sí mismo. No dialogaba sino que monologaba. Un buen trabajo de pretemporada puede ser desagradable y esforzante, pero produce placeres posteriores. El placer se asegura con el buen narcisismo aún a costa de un displacer inicial.
El psicoanálisis no promueve un hedonismo, no se trata de hacer a cada momento lo que viene en gana sino de sostener una disciplina capaz de constituir el deseo y concretarlo. Estas dos clases o variedades de narcisismo suelen presentarse fusionadas y es una tarea del jugador o del psicólogo la delimitación e identificación de cada corriente para devenir finalmente en una purificación o cualificación positiva de la orgullosa tendencia pulsional.
La sensación de auténtica confianza en sí mismo solo surge del narcisismo positivo.
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La corriente negativa puede manifestarse en una subestimación del rival o de sentir poca necesidad de entrenamiento o aprendizaje, con las funestas consecuencias que ello implica. De la misma forma, la exacerbación del narcisismo no permite actuar calmadamente en situaciones de debilidad ni generar flexibilidad en el juego o en las relaciones sociales.
El llamado síndrome del campeón consiste en un mareo que produce la fama y la gloria, en realidad puede comenzar mucho antes, incluso cuando apenas se inician los primeros éxitos deportivos y económicos. Este aumento o inflación del yo se forma a partir de una acumulación de libido sobre su propia imagen y afecta el rendimiento en varios sentidos.
Guillermo Vilas ha dado sobrados ejemplos de su dedicación al perfeccionamiento de su técnica. Aún en la cumbre de su carrera seguía filmándose y buscando permanentemente la superación de sus golpes. Tenísticamente tenía la humildad de los grandes y ha sido uno de los íconos de la constancia aplicada al progreso de su juego y estilo. Otro ejemplo positivo lo encontramos en el libro de Shunryu Suzuki, “Mente zen, mente de principiante”, donde nos expresa con toda claridad que a medida que avanza la maestría en el zen la mente se hace más “humilde”, abierta entonces para aprender nuevas cosas y en consecuencia menos cerrada a los estereotipos de pensamiento.
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Bibliogafía
Suzuki, Shunryu, Mente zen, mente de principiante , Buenos Aires, 1994, Editorial Troquel. 2° edición.
Spitz, René, El primer año de vida del niño , México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 197.
Spitz, René, El primer año de vida del niño , México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 204.
© Gustavo Maure
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