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Psicología del Deporte Autor: Gustavo Maure

 

Los cuatrocientos años de don Quijote representan un buen motivo para su inclusión en un libro de deportes, el motivo fundamental es que nuestro hidalgo se encuentra imbuido del más profundo espíritu de caballería. Este movimiento tiene el valor de haber intentado enmarcar la agresividad del guerrero en un conjunto de valores donde la espada pueda estar al servicio de una causa justa, de impedir un abuso contra el débil o contra cualquier injusticia que viole las normas de la hidalguía. Nunca en función de una apetencia propia o beneficio personal, solo al servicio de una causa noble.

Pablo Picasso: Don Quijote y Sancho Panza, 1955

El deporte por su parte ha intentado desviar los impulsos hostiles hacia eventos multitudinarios que dejan un positivo saldo de placer tanto en jugadores como en espectadores, reemplazando los dolorosos resultados de toda guerra o enfrentamiento armado. En su faz formativa ha fomentado muchos valores de los cuales don Quijote es un fiel exponente, y el deportista heredó mucha de la fama y admiración que los antiguos caballeros despertaban en la población. Incluso en la dimensión netamente competitiva entiendo que la unión a sólidos valores morales permite alcanzar metas más altas, y este no es un planteo moralista sino estadístico en términos de eficiencia, solo con una disciplina bien entendida, como un medio para un fin noble, se accede a los primeros lugares. La experiencia demuestra que se puede ser el mejor y al mismo tiempo un auténtico caballero del deporte.

El mundo antiguo justificaba las guerras e invasiones en la simple apetencia de conquista y saqueo. Era común cobrar un tributo solo por no invadir, lo que hoy hace una mafia, antes lo hacía un imperio. La violación de las mujeres formaba parte de la fiesta final donde se obtenía el botín de guerra, lo que luego harían los piratas antes lo hacía un estado, como por ejemplo los vikingos.

El espíritu romántico de Don Quijote considera a la mujer como un don de la naturaleza y el hombre debe dedicarse a amarla y protegerla de toda villanía, aunque no sea la propia dama. Es uno de los primeros feministas de las historia. La mujer en particular y el campesino en general eran claramente objetos al servicio del poder de turno. En la época en que vive Don Quijote, el señor feudal tenía el derecho de pernada, cuando una mujer campesina o del pueblo se casaba, la primer noche era una opción del déspota feudal.

En esa época, el valor de una persona no se medía por sus “nobles” acciones sino por la “nobleza” de su sangre. El espíritu caballeresco intenta un mínimo cambio en este sentido. El deporte iguala mucho más a las clases sociales y a los diferentes pueblos o culturas. El texto sobre el manchego cala hondo en los lectores e incorpora nuevas metáforas y adjetivos a la lengua: hidalguía; quijote; luchar contra los molinos de viento; ladran Sancho, señal que cabalgamos.

Para la misma época Robin Hood, atrincherado en el bosque de Sherwood, lastimaba al poder mucho más que nuestro caballero. Por su parte, William Wallace en Irlanda defiendía sus tierras con el valor de un tigre acorralado. Don Quijote no es un héroe sino un antihéroe, es más cercano al hombre común que ha visto fracasar sus intentos de modificar su entorno en más de una oportunidad y finalmente se ha resignado. En cambio Don Quijote insiste y aunque sus fuerzas flaqueen su espíritu es indomable, tampoco quiere dominar solo desea liberar.

La fantasía tiñe su realidad buscando ávidamente su aventura. Don Quijote es un símbolo y un arquetipo, es la esencia de la valentía en su sentido más puro. El ingenioso hidalgo está dispuesto a luchar por un ideal y a dar su vida por él sin esperar recompensa alguna.

Gustavo Doreé “Don Quijote y Sancho”

El caballero de la triste figura se rebela contra la realidad sin poder modificarla. Nos da el modelo del hombre endeble enfrentando la adversidad y el atropello de los malvados o poderosos. Amante de las utopías, levanta las banderas de sus ideales, el amor, la honestidad y la protección del más débil. Se suman la valentía, el coraje, la solidaridad, la motivación permanente y el espíritu más fuerte que el cuerpo. No conoce la cobardía ni el odio, mucho menos la intimidación y la huída.

Sancho es en cambio un hombre resignado al suceder de los acontecimientos, está convencido que el hombre común no puede hacer nada para modificarlos. Sancho Panza es un ser más mundano y con los pies más en la tierra y menos en el cielo. Como su apellido lo indica sus necesidades más inmediatas constituyen sus más nobles aspiraciones. Entra en la honradez más para no correr riesgos que por propia convicción, es el más eficaz contrapunto del caballero de la noble figura, haciéndole un permanente contraste resaltando el desinterés y grandeza del manchego. Don Quijote por su parte nunca alcanza la figura ideal de un Lanzarote o un Ivanhoe.

Lejos de Fidel y el Che no atenta contra el poder establecido sino contra el mal ejercicio que se hace del mismo. Esto lo hace eterno, ya que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Tampoco es un anarquista. Romántico y soñador deja el germen de su hidalguía en el corazón de quien lo lea.

El secreto misterio del libro es que todos somos;
un poco Don Quijote y otro poco Sancho Panza.

A los que dejaron de luchar por sus ideales les trae un sorbo de agua fresca en el desierto despertando sueños dormidos. A los jóvenes les deja el mensaje que siempre habrá una causa justa por la cual luchar, por pequeña que esta sea, y que nunca habrá que darse por vencido ni aún vencido.

El temple de ánimo es la mejor arma del caballero, la “villanía” se vuelve contra el mismo “rufián”. El que sepa perder tendrá siempre más chances de poder ganar. Fidel, el Che, Robin Hood, Wallace, Lanzarote, Ivanhoe, Bolivar, Ghandi, San Martín, serían carismáticos líderes que podrían ser mejores ejemplos para el deportista. Proponerlo a Don Quijote como ejemplo es un desafío solo apto para aquellos que sean capaces de rescatar su indomable espíritu del pantano de sus fracasos.


© Gustavo Maure

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