Una aproximación a la valía.
La angustia ante la muerte (hoy simbólica)
Si homologamos al tenis como heredero del combate con espada hemos de esperar que el porte y la gallardía que caracterizaban este arte de guerra nos puedan aportar elementos necesarios para delinear la personalidad del campeón. Tomamos entonces una historia real narrada en un pasaje del Hagakure, un libro sobre el código de honor del samurai de mediados del siglo XVII.
Había una vez un vasallo del Shogún que visitó al Maestro Yagyu y le pidió que lo tomara como discípulo.
Al verlo, Yagyu le dijo: -Ud. Parece iniciado en una escuela de artes marciales; lo tomaré como discípulo después de conocer el nombre de esa escuela.
- Nunca he practicado un arte marcial, respondió el visitante.
- ¿Ha venido a bromear a mi casa? ¿Estoy equivocado al pensar que usted es uno de los instructores del Shogún?
Como el hombre le juró que no era así y sus palabras resultaron sinceras; el maestro volvió a insistir: -¿No tiene usted, acaso, una convicción profunda?
- Sí –respondió-, cuando era chico me di cuenta súbitamente, que un guerrero no puede estar apegado a la vida. Como he mantenido ese pensamiento en mi corazón durante tantos años, se ha transformado en una convicción profunda, y aún actualmente, nunca pienso en la muerte. Más allá de esto no tengo ninguna otra convicción.
El Maestro Yagyu quedó profundamente impresionado: - Mi percepción fue correcta. El principio más profundo de mi táctica militar es ése precisamente; pero entre los centenares de discípulos que he tenido, no hay ninguno que lo haya asimilado.
- Usted no necesita practicar con el sable de madera, le haré su diploma ahora mismo.
E inmediatamente le extendió el certificado de su escuela.
Reiteramos algo, pese a que hoy la muerte es simbólica, se reproducen las angustias ante la muerte como eliminación, desaparición, aniquilación pública, desprecio a la vida, humillación final, morir perdiendo, convertirse en un resto degradado para la diversión de otros, etc.. .
Estos sueños horripilantes, de los cuales ninguna persona está exenta, muestran luchas contra extraordinarios animales o personajes de fuerzas muy superiores, el soñante puede encontrarse enlentecido o inhibido y cuando se encuentra a punto de sucumbir, el sueño se interrumpe a causa de la angustia. El despertar es así el último recurso que dispone el sujeto para atemperar la angustia.
Las pesadillas nos siguen mostrando que esos miedos son vigentes y actuales en el psiquismo, luego se sepultan pero reaparecen en los momentos críticos. Cuando se acoplan, estos miedos ancestrales limitan al jugador para que aplique el máximo de su potencial en los momentos cruciales del partido o "combate simbólico".
Conocer la peor pesadilla, desmontarla y superarla, es la tarea que se nos impone para dar un paso más en la dirección de aquello que buscamos, la mente de un campeón.
© Gustavo Maure
del Deporte 
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