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Psicología del Deporte
Autor: Miyamoto Musashi

El Arte de la Estrategia
El Libro de los Cinco Anillos
Miyamoto Musashi

Introducción

El Libro de los Cinco Anillos es uno de los textos más importantes sobre la lucha y la estrategia surgido de la cultura guerrera japonesa. Escrito originalmente no sólo para los hombres de armas, pretende explícitamente simbolizar procesos de lucha y de maestría en todos los campos en intereses de la vida.

El Libro de los Cinco Anillos fue escrito en 1643 por Miyamoto Musashi, duelista invicto, samurai sin señor y maestro independiente. Musashi fue un hombre de armas profesional nacido en una larga tradición de cultura marcial que al final llegó a dominar la totalidad de la política y de la sociedad japonesas. Sus intuiciones son relevantes, no sólo para los miembros de la casta militar gobernante, sino también para los dirigentes de otras profesiones, así como para las personas en búsqueda de la maestría individual en cualquier camino de la vida que escojan.

Puede verse el surgimiento y el fortalecimiento de la clase samurai en Japón en dos términos utilizados para referirse a sus miembros: samurai y bushi. La palabra samurai procede del verbo japonés saburau, que significa "servir como ayudante". La palabra bushi es una palabra chino-japonesa que significa "pequeña aristocracia armada". La palabra samurai fue utilizada por otras clases sociales, mientras que los guerreros se llamaban a sí mismos mediante el término más digno bushi.

El Japón de la Era Tokugawa fue dividido en más de doscientas baronías, que fueron clasificadas según su relación con el clan Tokugawa. Los barones eran controlados por ciertos métodos, que incluían la regulación del matrimonio y de las herencias, el intercambio de territorios y un elaborado sistema de rehenes. Las baronías fueron obligadas a minimizar sus contingentes de guerreros, lo cual produjo que un gran número de samuráis quedasen sin empleo, y fueron conocidos como ronin, u hombres errantes.

Muchos de los samuráis privados de sus derechos se hicieron maestros de escuela, médicos o sacerdotes. Algunos más continuaron practicando las tradiciones marciales y enseñándolas a otros. Algunos más se convirtieron en bandidos y criminales, hasta llegar a ser posteriormente uno de los problemas sociales más graves de la última parte del periodo Tokugawa. Algunas características de El Libro de los Cinco Anillos provienen del hecho de que Miyamoto Musashi fue un samurai sin señor y siguió una carrera como duelista y como maestro independiente de artes marciales.

Titulado con más propiedad El Libro de las Cinco Esferas, la obra de Miyamoto Musashi está dedicada a la guerra como una empresa puramente pragmática. Musashi censura la teatralidad vacía y la comercialización de las artes marciales, centrando la atención en la psicología y los movimientos físicos del asalto letal y de la victoria decisiva como esencia de la guerra. Su enfoque científicamente agresivo y absolutamente rudo de la ciencia militar, aunque no es universal entre los practicantes de artes marciales japonesas, representa una caracterización altamente concentrada de un tipo particular de guerreros samuráis.

Aunque alrededor de sus espectaculares hazañas se formó una gran leyenda, poco se sabe con certeza de la vida de Miyamoto Musashi. Lo que él cuenta de sí mismo en El Libro de los Cinco Anillos constituye la principal fuente de información histórica. Mató a un hombre por primera vez a los trece años, y por última vez cuando tenía veintinueve. En algún momento abandonó aparentemente la utilización del "verdadero sable", pero continuó infligiendo heridas mortales a sus adversarios hasta el final de su carrera guerrera.

Musashi pasó las tres últimas décadas de su vida perfeccionando y enseñando su ciencia militar. Se dice que nunca se peinó, tomó un baño, se casó, construyó una casa ni crió ningún hijo. Aunque también se instruyó en las artes marciales, como recomienda hacer a todo el mundo, el mismo Musashi siguió básicamente un camino ascético de guerrero hasta el final.

Nacido en la lucha, educado en el combate mortal, testigo en definitiva de una transición hacia una política de tiempos de paz en una escala sin precedentes en la historia de su nación, Miyamoto Musashi abandonó una vida ordinaria para ejemplificar y transmitir los elementos esenciales de las antiguas tradiciones marciales y estratégicas.

El primero de estos principios básicos es mantenerse internamente tranquilo y claro, incluso en medio del caos violento; el segundo es no olvidar la posibilidad del desorden en tiempos de orden. Como guerrero de dos mundos muy diferentes, un mundo de guerra y un mundo de paz, Musashi se vio obligado a practicar ambos aspectos fundamentales de la vía del guerrero de una forma intensa, añadiendo a su trabajo una decisión y una velocidad que difícilmente pueden ser superadas. 

Desde que los samuráis tomaron el poder en Japón, siglos antes de que Musashi naciera, los budistas habían estado intentando civilizar y educar a los guerreros. Esto no significa que la casta samurai en general lograra ser imbuida de la iluminación budista, o ni tan siquiera del espíritu budista. Una de las principales razones de esto fue que los budistas habían estado ocupados, no sólo intentado civilizar a los samuráis, sino también intentando clarificarse y solventar sus propias contradicciones. El budismo estaba muy ocupado en las tareas de enterrar a los muertos, acoger y educar a los muchos niños huérfanos producidos por la guerra, la pobreza, o que eran abandonados por ser hijos ilegítimos, y en dar refugio a las viudas abandonadas o que sufrían abusos. En consecuencia, en la relación entre el zen y los samuráis, el maestro no se dejaba llevar por el nivel del estudiante. Si, como ha sido sugerido por algunos apologistas, las artes marciales han de ser consideradas como la forma más elevada de estudio en Japón, los maestros zen habrían sido los estudiantes de los guerreros, y no al revés.

El dominio prolongado del Japón por la casta guerrera fue una anomalía en los asuntos humanos, como queda reflejado por su discordancia con los ideales nativos japoneses y en general con las ideas sociopolíticas de Extremo Oriente. Por la forma en que se estableció el gobierno militar por medio de la fuerza, éste quedó destinado a adecuar los ideales sociales y filosóficos tradicionales que decía profesar.


- Prólogo de Miyamoto Musashi -

He estado muchos años estudiando el Camino de la Estrategia, al que llamo Ni Ten Ichi Ryu, y ahora pienso explicarlo por escrito por primera vez. Ahora se cumplen los primeros diez días del décimo mes del veinteavo año de Kanei (1645). He escalado la montaña Iwato, de Higo, en Kyushu, para rendir homenaje al Cielo; rezado a Kwannon; y me he arrodillado ante el Buda. Soy un guerrero originario de la provincia de Harima. Mi nombre es Shinmen Musashi No Kami Fujiwara No Geshin, y tengo sesenta años.

Desde mi juventud, mi corazón se ha inclinado hacia el Camino de la Estrategia. Mi primer duelo ocurrió cuando tenía trece años, y en él derroté a un estratega de la escuela Shinto, llamado Arima Kihei. A mis dieciséis años derroté a un hábil guerrero, Tadashima Akiyama. Cuando tenía veintiún años fui a la capital, y tuve encuentros con todo tipo de guerreros, no siendo nunca derrotado en ninguna de esas luchas.

Después de aquello, viajé de provincia en provincia, entablando combates con estrategas de diferentes escuelas, y ni una sola vez dejé de vencer, y fueron más de sesenta combates. Todo esto ocurrió entre mis trece y mis veintiocho o veintinueve años de edad.

Cuando llegué a la treintena, miré hacia atrás contemplando mi pasado. Todas esas victorias no se debieron a tener una estrategia depurada. Quizás fue mi habilidad natural, o el deseo del Cielo, o que los luchadores de las diversas escuelas eran inferiores. Por lo tanto, estudié mañana y tarde buscando el principio, y llegué a comprender cual era el Camino de la Estrategia cuando cumplí cincuenta años.

Desde entonces he vivido sin seguir ningún Camino en particular. De acuerdo con la virtud de la Estrategia he practicado muchas artes y habilidades, siempre sin un maestro. Para escribir este libro no uso la ley de Buda o las enseñanzas de Confucio, ni las antiguas crónicas guerreras o libros de tácticas marciales. Tomo mi pincel para explicar el auténtico espíritu de esta escuela "Ichi", tal y como se refleja en el Camino del Cielo y de Kwannon. Este momento es la noche del décimo día del décimo mes, a la hora del Tigre. (3 a 5 a.m.)


Shinmen Musashi

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