El gran Norman Mailer, que murió el sábado a los 84 años, contó como pocos, qué son la vida, la muerte, Estados Unidos, el mundo. Y también el boxeo, en el que aplicó con maestría sus oficios de escritor y periodista, especialmente cuando fue a Kinshasa, Zaire, para escribir sobre el combate en el que Muhammad Alí venció a George Foreman el 30 de octubre de 1974 por el título mundial de los pesados. A modo de tributo y de memoria para Mailer, van algunos párrafos que todavía impactan.
Así retrató Mailer al Alí de los instantes previos a pelear: "Estaba solo en el ring, el aspirante retando al campeón, el príncipe en espera del pretendiente, y a diferencia de otros boxeadores que languidecen en los largos minutos previos a la aparición del poseedor del título, Alí parecía disfrutar como un rey en su indiscutida posesión del espacio. No sólo no parecía tener miedo, sino que daba la impresión de estar al borde mismo de la felicidad, como si la disciplina de pasar dos mil noches durmiendo sin su título, después de que se lo arrebataran sin haber perdido un combate -que para un boxeador es sin duda una frustración equivalente al impacto que provocaría escribir 'Adiós a las armas' y no poder publicarlo-, hubiera sido una prueba bíblica de siete años al final de la cual llegara con lo fundamental de su honor, su talento y su deseo de grandeza intacto y radiante. El cuerpo le brillaba como los flancos de un pura sangre. Parecía completamente listo para pelear con el hombre más fuerte y más cruel que se viera en muchos años en los círculos de la categoría de peso pesado..."
Y así narró cómo combatieron: "Nuevamente se movieron a través de invisibles fuerzas de atracción y de repulsión, lanzándose hacia adelante, deslizándose hacia un lado, levantando la cabeza, tratando cada uno de transmitir al otro una sensación de pánico, dos hombres enormes, rápidos como pumas y tensos como tigres, de cuyos movimientos saltaban chispas. Alí volvió a pegar, un directo de izquierda y luego un directo de derecha. Foreman respondió como un toro. Se lanzó rugiendo hacia adelante..."
Y una más, producto de su fuerte lazo con Alí: "Cassius Clay es el mayor ego de Norteamérica. Y también es la más veloz personificación de la inteligencia humana hasta el momento habida entre nosotros: es el mismísimo espíritu del siglo XX, es el príncipe del hombre masa y los masivos medios de comunicación".
Insuperable Mailer. Insuperable Alí.