El psicoanálisis ha permitido descubrir un oscuro movimiento pulsional autodestructivo detrás de algunos accidentes mostrando como pueden ser generados inconcientemente por la propia persona. En este sentido la secuencia previa y el desenlace del siniestro puede ser entendida como una tendencia o compulsión (impulso) inconciente al accidente. En estos casos el análisis de la personalidad previa, suele mostrar repetitivas conductas autoagresivas sucedidas a lo largo de la vida. Los servicios de traumatología suelen contar entre sus pacientes a personas que llamativamente han parecido reencontrarse con diferentes accidentes a lo largo de años. Recordamos que lo exagerado de la psicopatología permite comprender la sutileza de la neurosis que presenta síntomas que suelen pasar desapercibidos o son atribuidos a la mala suerte.
Un partido es una precipitación de acontecimientos anteriores, entrenamiento, dedicación, estado físico, alimentación etc. Pero fundamentalmente incluimos a la actitud deportiva, ya que el desarrollo de la personalidad, ganadora o perdedora, es siempre "secuencial" partiendo desde los primeros años de vida. Paralelamente, esta actitud deportiva tiene incidencia no solamente en el partido sino que define toda la cadena previa de preparación, en la disciplina del jugador, en la seriedad con que toma en cuenta su preparación física, en el carácter con que se relaciona con su entrenador, etc. Los partidos se ganan tanto dentro de la cancha como fuera de la misma. El modelo perdedor se puede presentar a modo de decisiones aparentemente acertadas pero que son gobernadas inconcientemente por la compulsión al fracaso, por ejemplo decidiendo cambios reiterados de entrenador sin dar tiempo a que la siembra rinda sus frutos. En otros casos, algunos tenistas, en su desmedido afán de sumar puntos juegan todos los torneos del exigente circuito internacional, finalmente el tiempo que se ganó no tomando el correspondiente descanso se lo pierde recuperándose de las lesiones a lo que hay que sumarle el deterioro del cuerpo y la interrupción del entrenamiento. A veces para compensar el tiempo perdido se regresa antes de la recuperación total. Es un modelo pulsional muy cercano a los infartos que pueden presentarse en un exigido ejecutivo.
En los casos de manipulación de grupos de personas se reparten las tareas para que ninguno cargue con el peso total de la responsabilidad. En los pelotones de fusilamiento intervienen varias soldados para diluir la responsabilidad, además se coloca una bala de salva al azar para atenuar la culpa. El nazismo utilizó una metodología similar para concretar muchas de sus aberrantes acciones. Uno transportaba, otro metía la gente adentro de la cámara, otro abría la llave de gas, etc.
El neurótico que busca inconcientemente el accidente o fracaso divide la escenificación en pequeños actos que no permiten al yo anticipar la gravedad del desenlace futuro, El individuo va generando una serie de acontecimientos aparentemente aislados pero que posteriormente tendrán un desenlace negativo no previsto concientemente y que son muy similares a la cadena de eventos del accidente, como por ejemplo el desgaste de una relación de pareja ocasionada por pequeños sucesos que conducirán a la pérdida del amor y al fracaso sentimental. De esta forma no se tiene en cuenta la interacción por encadenamiento de los diferentes momentos. Se niegan las consecuencias y concatenación de los pequeños eventos y el movimiento destructivo pasa inadvertido, el manejo de una empresa puede tener el mismo funcionamiento solapado diferentes sucesos que se encadenan y suman en contra.
Freud afirmaba que la pulsión de muerte opera muda en el psiquismo, cuando se advierte su accionar las consecuencias son irreparables. Es un modo indirecto para buscar el fracaso, una forma de engañar a la conciencia generando pequeños pero decisivos pasos en la dirección equivocada. No se revisan las fallas permitiendo su repetición. Cada persona tiene una tendencia particular al error que suele manifestarse en la elección de vías preferenciales para sus decisiones desacertadas. Ejemplos en el juego son demasiada cautela, o tendencia al excesivo riesgo, ser demasiado previsible, o no soportar la tensión, etc. Y el rival inteligente les toma el tiempo.