"La inteligencia Humana
tiene límites,
La estupidez es infinita." |
El análisis de los motivos por los cuales se produce un accidente, sean peatonales, vehiculares, navales o de aviación, ha demostrado que muchos de ellos son ocasionados por a errores humanos. ¿Es posible plantear una compulsión al accidente? Una compulsión es un acto contrario a la voluntad conciente del yo, como por ejemplo en el alcoholismo, en las adicciones en general, en el juego, o en trastornos de la alimentación donde se desea una cosa pero se termina haciendo otra por una imposición interior que atribuimos al ello. Una compulsión al accidente es difícil de aceptar, pero efectivamente la conducta de riesgo que desarrollan muchas personas nos orienta en esa dirección.
De ser así una esporádica pero eficaz compulsión al accidente sería una de las manifestaciones más notables con que se nos presentaría el rival interior. ¿Pero, cual sería su relación con el deporte? en principio son varias porque comprendemos a los deportes de riesgo, automovilismo, motociclismo, regatas oceánicas, acrobacia aérea, andinismo, paracaidismo, parapente, esquí sobre nieve y sobre agua, ciclismo, todos los deportes extremos, etc. y además podemos incluir cierto tipo de lesiones en rugby, fútbol, fútbol americano, etc.
Foto Diario La Nación - Argentina
¿Se pueden equiparar los errores cometidos en un partido o en una carrera deportiva a los errores humanos que causan un accidente? Nuestra postura que existe una tendencia inconciente al fracaso que es un derivado atenuado y solapado de la compulsión al accidente . ( accident proneness = propensión)
Los actos fallidos comprenden equivocaciones que demuestran un deseo inconciente, como equivocar un número telefónico llamando a quien realmente se quería llamar o por el contrario equivocar un camino para evitar una cita que paradójicamente es muy deseada. El primero está al servicio del deseo y el segundo al servicio de la defensa, fracaso, o autoboicot. Errar una pelota simple que cierra un partido de tenis se encuentra dentro de este segundo tipo de actos fallidos, lo mismo que desviar una pelota de corta distancia en el putting green del golf, o mover la pieza equivocada en ajedrez. Recordamos al ciclista italiano que en una importante prueba y en medio de una ajustada llegada, levantó sus brazos en señal de triunfo una fracción de segundo antes de tiempo y fue superado en la línea de llegada por su más inmediato perseguidor que se encontró con una sorpresiva e inesperada victoria.- Cuando yo era un niño participé en un juego de habilidad en un parque de diversiones. Consistía en tapar un circulo grande con 5 redondeles de metal más pequeños, gané en el tercer intento, pero el hombre del puesto se negó a darme el premio alegando que me había tomado demasiado tiempo para calcular. Como todavía no sabía defenderme le pagué las tres participaciones y se "equivocó" dándome un vuelto muy superior con el que pude comprar mi merecido premio en otro lugar. Casos similares se observan cuando un árbitro de fútbol sanciona un penal inexistente, y el ejecutante termina desviándolo o "anunciando" el destino de su remate, lo que posibilita la intervención del arquero.
Los accidentes podrían encuadrarse dentro de los actos fallidos. Freud no lo hizo porque en la época en que escribió la Psicopatología de la vida cotidiana todavía no había desarrollado la teoría del más allá del principio de placer, o de los movimientos pulsionales que no buscan el placer sino el displacer, dolor o destructividad. Cuando se afirma que a las armas las carga el diablo (ello) se está tomando una precaución frente a este tipo de actos. Un error de cálculo es también un acto fallido, por ejemplo un arquero o un tenista hacen vista para dejar pasar una pelota que supuestamente se va afuera pero el esférico entra, el deseo de que se vaya afuera puede perturbar la lectura de la realidad.
Hay una escena interesante en el film Lawrence de Arabia, de David Lean, un film archifamoso basado en el libro Los siete pilares de la sabiduría, de T.E. Lawrence, donde cuenta su aventura árabe al mando de la rebelión contra los turcos, durante la Primera Guerra Mundial. En determinado momento, cuando junto con unos pocos hombres acaba de atravesar el desierto (el "yunque del sol", lo llaman), Lawrence, que en el film es interpretado por Peter O'Toole, descubre que un camello perdió su jinete. Pregunta qué pasó y le dicen que el jinete debe haberse dormido y que a esa altura ya debe estar muerto. Lawrence decide volver solo en su busca. El jerife Ali (Omar Sharif), que lo acompaña, trata de disuadirlo: "Está escrito que ese hombre está muerto", le dice. Lawrence vuelve sobre sus pasos después de responderle: "Nada está escrito". Efectivamente Lawrence encuentra al "náufrago" y lo rescata. Días después, una noche, poco antes de entrar victoriosos en Akaba, la meta, tiene lugar un enfrentamiento entre dos hombres. Uno resulta muerto, con lo cual los de su tribu exigen piedad para el culpable y los de la tribu del muerto exigen castigo y resarcimiento. Lawrence se ofrece como mediador y decide ser él en persona quien ejecute la ley. De ese modo nadie resultará ofendido. Cuando el asesino cae a sus pies descubre que es el mismo hombre que pocos días antes había rescatado en el desierto. Lo mata con furia. Un guerrero mítico, Auda abu Tayi, que interpreta el inefable Anthony Quinn, pregunta, extrañado, qué es lo que lo había puesto así. "Es que acaba de matar al hombre al que le había salvado la vida en el desierto", le dicen. A lo que Auda responde: "Estaba escrito".
En esas situaciones el desenlace parece estar escrito en algún lugar donde se sellan los destinos de los hombres, pero lo que advertimos es que está escrito en el psiquismo de una persona que busca la muerte, primero con un accidente, quedarse dormido o desmayarse en el desierto, y al ser salvado perseguirá el mismo objetivo volcando la agresión no sobre sí mismo sino sobre otro, pero sabe esta acción implicará ahora sí su muerte ya que su asesinato no podrá quedar impune.
Para comprender la manera de triunfar a veces es necesario entender las "ingeniosas" formas en las que se organiza el fracaso, sea sutil o estrepitoso . Se ha derramado mucha tinta sobre los grandes triunfadores, pero se ha escrito muy poco sobre los que no llegaron, particularmente sobre aquellos que quedaron en el camino aún teniendo condiciones muy superiores a otros que sí alcanzaron el éxito. Podemos incluir a los que siempre supieron que estaban para más y tocaron un techo fabricado inconscientemente por ellos mismos. Son jugadores derrotados o frenados por el rival interior. Y las estadísticas demuestran que superan largamente en número a los exitosos, pero se los ignora porque no tienen espacio en la prensa.
Otros más sanos, solo presentan sutiles mermas de rendimiento que suelen ser atribuidas a un mal día o a la mala suerte, pero lo notable es que no se tiene en cuenta que los malos días ponen al descubierto aquello que hay que curar para no se vuelva a repetir . Sucede lo mismo que en un velero, los crujidos que se escuchan en medio del temporal indican el sector del casco que hay que revisar o reforzar apenas se llegue a puerto. Destacamos que la frustración no solo surge cuando se intenta algo y no se logra sino también cuando se desaprovecha el potencial que dispone el sujeto para afrontar cualquier proyecto.
© Gustavo Maure
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