El maestro Masafumi Sakanashi en su libro "Aikido, el desafío del conflicto", nos trae la bella historia del rey y el siervo asesino. Había un rey que vivía en un enorme y lujoso castillo con hermosos jardines. Una tarde acudió un visitante ante el rey y le ofreció sus servicios continuos con una extraña condición: “Yo seré tu más fiel asistente y cumpliré con todas tus órdenes. Trabajaré constantemente día y noche, pero cuando me dejes sin una tarea que hacer, trataré de matarte.”
El rey, asombrado por la propuesta del visitante, lo aceptó como servidor, convencido de que siempre iba a encontrar una actividad para un ayudante tan decidido. En las primeras semanas el trabajo fue intensísimo, le ordeno cortar todos los pastos, arreglar los arbustos, limpiar todo el castillo y una serie variada de rutinas. Y el sirviente fue obediente e impecable en todo, mientras recibió instrucciones precisas. Pero pasadas varias semanas, el rey no recordó la amenaza, se distrajo y olvidó consignarle una tarea para ese día. Entonces el sirviente se abalanzó con un enorme cuchillo e intentó asesinarlo. Desde entonces el rey presta atención constante a este tremendo asistente. La analogía indica que el sirviente asesino es la mente, y el rey somos nosotros mismos, cuando a la mente no le damos una tarea específica, se nos vuelve en contra.
En la filosofía Zen concentrar la mente enfocando un objeto concreto recibe el nombre de Kan (intuición) Men (cabeza). Si hacemos un símil con la percepción, la concentración emocional y mental es equivalente a las formas de figura y fondo que nos ha propuesto la gestalt. En la primera lámina podemos resaltar la copa o las dos caras que se enfrentan, alternativamente ponemos a una como figura y a la otra como fondo. En la segunda la cara o el hombre con trompeta y en la tercera la muchacha o la vieja. Aquello que ponemos de figura o de fondo depende de nosotros.
La diferencia es que en la concentración necesaria para el deporte las dos formas, fondo y figura, no son equivalentes, no tienen la misma importancia como en las figuras, la definición del punto es esencial y prioritaria, y tiene que ser figura sí o sí, mientras que cualquier otra percepción o pensamiento es secundario y perturbador, y tiene que ser fondo absoluto y totalmente neutro. Lo fundamental es estar adentro del partido y tranquilo sin prestar atención al celular que suena en la tribuna, al griterío del público, a los pensamientos derrotistas o a las emociones negativas que se nos pueden presentar. Qué cosa ponemos como figura y qué otra ponemos como fondo definen una excelente o una pésima concentración.
Como vimos Agassi entrenaba su atención, su percepción y sus emociones de la siguiente forma: colocaba una pelotita de tenis sobre el televisor mientras pasaban su programa favorito. Durante media hora no sacaba la vista ni la mente de la marca de la pelota. La pelota pasa a ser figura y el programa se convierte en fondo. Otros jugadores hacen lo mismo pero con películas de alto contenido erótico o con distracciones y llamados de las personas que los rodean. Concentrada la mente y las emociones en un objeto mantienen la respiración a un ritmo pausado y al mismo tiempo están ordenando sus emociones. Desde una óptica psicoanalítica, centrando la mente y regulando la respiración ordenan su mundo pulsional. En esencia es un ejercicio de budismo zen. Y lo que se obtiene es la ataraxia que propone la filosofía estoica.
En un caso, la esposa de un talentoso tenista, una mujer de excelente humor, solía tirarle cucharitas al piso o cosas similares, mientras este practicaba ejercicios de concentración y se divertía ya que el jugador no podía pedir silencio para poder realizar su práctica zen.
También se puede centrar la mente en una de las figuras de las imágenes superiores y contar el tiempo en que se logra mantener la concentración sin que la parte que funciona de fondo le invada el campo perceptual y se convierta en figura. Por ejemplo mida cuanto tiempo puede centrarse en la chica de la segunda imagen sin que aparezca el trompetista.
Aunque son más conocidos los gráficos visuales debemos tener en cuenta que los sonidos también pueden seguir el mismo esquema, ya vimos como los futbolistas no oyen el estruendoso tumulto de las tribunas, que pasa a ser fondo y como escuchan claramente a sus compañeros o técnico que son figuras auditivas. En música, el entendido o el director, no escuchan los instrumentos solo sucesivamente, sino también simultáneamente, circunstancia que les permite centrarse en las cuerdas o en los vientos, poniendo alternativamente unos de figura y otros de fondo.
Para algunos entrenamientos se han grabado los peores cantos hostiles del fútbol y en una especie de cámara el jugador ha debido realizar ejercicios de concentración o de motricidad fina bajo reloj para incrementar la presión, y sin perturbarse emocionalmente. El deportista primero realiza la actividad sin interferencias y luego se incorpora la presión del tiempo y de los cantos hostiles, también pueden proyectarse imágenes visuales de diferente índole, a continuación se comparan los tiempos y los resultados.
Las emociones negativas como angustia o ansiedad necesitan ser fondo y la actitud deportiva que se perfile como óptima debe pasar a ser figura central y excluyente.
El beso o la copa
La expresión concentración mental es muy limitada para describir esta cualidad psíquica ya que la verdadera concentración comprende lo mental y lo emocional ordenados en función de un acto motor o intelectual. La mente ayuda a ordenar las emociones, pero las emociones pueden nublar y generar razonamientos arbitrarios o descabellados como los generados por estados pasionales. Por lo que ambas partes, razón y pasión, se influencian y alteran mutuamente. El pánico vuelve imprevisibles a las personas, el miedo o el nerviosismo pueden desordenar la mente o perturbar los movimientos de un jugador.
No es sencillo definir la palabra concentración, es lo opuesto a dispersión, en principio se trata de una convergencia psíquica hacia una determinada actividad y esta confluencia de múltiples aptitudes (memoria, inteligencia, percepción, reflejos, reacción instintiva, etc.) genera una respuesta motriz coherente y apropiada para cumplir con el objetivo. Nuestro modelo es la postura del tigre en la fase inicial de su cacería, donde toda su actitud demuestra un estado máximo de concentración. El mundo exterior está eclipsado y solo existe la presa enfocada.
Un tigre al acecho emerge desde su camuflaje en el pantano
Su mirada denota concentración y disposición al ataque