** Conferencias pronunciadas en el 2° Congreso Ibero Americano realizado en Buenos Aires en agosto de 1956, reproducido de Actas Médico Psicológicas, Vol. N° 1 y 2 (1985), Buenos Aires.
Fuente: Revista Argentina de Psiquiatría. Vertex - Volumen III N° 8 - 1992
Prof. Dr. Hans Selye
Trataré en esta exposición de dar un panorama general del concepto de stress en las enfermedades de adaptación. Con ese propósito, he seleccionado una serie de experiencias que considero fundamentales y sobre las que he basado mi opinión.
Como introducción deseo señalar, que el hecho más importante en el desarrollo de este concepto, ha sido la descripción de un síndrome que se caracteriza por varias manifestaciones somáticas que se pueden medir, que son objetivas y que pueden ser estudiadas por los exactos métodos de que dispone la medicina moderna, que facilitan la determinación en miligramos o milímetros cúbicos de cambio de concentración de varios compuestos químicos en la sangre.
A este proceso lo hemos llamado el síndrome general de adaptación, porque nos parecía que es la manifestación somática de un trabajo de adaptación general, lo que yo he llamado stress. En una segunda disertación, que habré de pronunciar en este mismo Congreso, trataré de explicar qué consideramos stress.
No es menester tener una definición precia de todo lo que estudiamos. La vida misma es muy difícil de definir en términos matemáticamente exactos, ya que toda la biología se basa en ese concepto de la vida. El stress es una abstacción; no existe en estado puro como tampoco existe la vida en tal estado. Nos encontramos ante la vida de una rata, de un hombre, de un perro, pero la vida no existe como tal; el stress tampoco. Existe sí, en combinación con algo que es específico, con el agente que lo produce.
Si yo, por ejemplo, produjera un estado de stress con adrenalina, provocaré un aumento de azúcar en la sangre, una hiperglucemia, mientras que si lo determinara con insulina, tendría una hipoglucemia. Los efectos de la adrenalina y de la insulina sobre los glucósidos de la sangre son específicos.
El síndrome general de adaptación se desarrolla en tres períodos. Primero, la reacción de alarma; después la faz de resistencia y finalmente, la etapa de agotamiento.
Hoy deseo ocuparme especialmente, no de este desarrollo cronológico del síndrome, sino más bien de la aplicación de todos estos conceptos a la medicina clínica y en particular, a cuestiones psicosomáticas.
Para ello, he escogido aquellos casos que tratan particularmente de la reacción del individuo cuando se lo expone a agentes stressantes, que pueden reproducir enfermedades humanas en el animal de laboratorio.
Agentes muy variados son los causantes de enfermedades, por ejemplo, un trauma, una quemadura, una excitación nerviosa, una infección, una alergia, etc. Comprobaremos manifestaciones de enfermedades en distintas zonas del organismo: en el sistema cardiovascular, en el riñón, en las articulaciones, etc. Se traducirán los mismos en forma diversa, su estructura e histología serán muy distintas, pero a pesar de ello, obedecerán a una ley general que establece que en tanto algunas hormonas inhiben la enfermedad, otras la agravan. Tomemos como ejemplo la inflamación que es una reacción local no específica ya que casi todos los agentes pueden provocar su aparición. Mientras un grupo de hormonas pueden agravarla, otras, en camio, la inhiben. Igual cosa acontece con la úlcera gástrica o con una reacción del sistema cardiovascular o nervioso, como el shock, que pueden ser agravados o bien, mejorados mediante la administración de hormonas.
Es desde este punto de vista que deseo mostrarles algunas de las experiencias básicas sobre las que se fundamenta mi concepto.
Etiopatogenia de las enfermedades de adaptación Segunda Parte