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Psicología del Deporte
Gustavo Maure

E l Rival Interior - Cuerpo Caníbal
Estrés y Psicosomáticas

"Sobreadaptación, Trastornos Psicosomáticos y Estadios
tempranos del desarrollo"


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El germen de estas ideas parten de "La comunicación en la terapéutica psicoanalítica", EUDEBA 1962, Cap. V; "La persona infantil"; continuadas en la publicación: Linguistica, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico", Nueva Visión 1971, Cap. VI: 10: Cap. VIII: 8, 10, 11 y en "Comunicación y psicoanálisis" Alex Editor 1976, Cap. VI: Una variedad del paciente lírico. La persona infantil. Organoneurosis
LIBERMAN, David**
AISEMBERG, Elsa R. de
D'ALVIA, Rodolfo***
DUNAYEVICH, Julia B.de***
FERNÁNDEZ MOUJAN, Octavio***
GALLI, Vicente***
MALADESKY, Alfredo***
PICOLLO, Augusto***

** Miembro A. P. de B.A.
*** Miembros de A.P.A.

En este trabajo nos referiremos a ciertos pacientes que se hallan incluidos en diferentes categorías dentro de la nosografía clásica:

a) pacientes con conversiones pregenitales, organoneurosis o adicciones al trabajo, según Fenichel;
b) pacientes con trastornos de elaboración de la posición depresiva, según la escuela kleiniana;
c) un sub-tipo de pacientes melancólicos, y
d) algunos pacientes que, en un sentido amplio, están incluídos en la patología del narcisismo.
Nuestro propósito es mostrar que se justifica el agruparlos de la manera que aquí sugerimos, ya que este nuevo enfoque resulta ventajoso para su comprensión y abordaje.
En primer lugar los podemos agrupar a partir de ciertas características comunes:

a) por lo general son personas que llegan a la consulta psicoanalítica enviados por un médico clínico y no por propia iniciativa, situación poco habitual en nuestra práctica. Se trata de pacientes cuya descompensación se manifiesta primariamente en el área corporal, motivo por el cual sus médicos clínicos nos los derivan.

b) Tienen capacidad para despertar en el clínico, y luego en el psicoanalista, la idea de grave accidente potencial en el área del cuerpo. Consultan cuando se encuentran en una situación de riesgo de la que no tienen registro, si bien permiten que el médico la reconozca. E1 accidente potencial grave al que nos referimos puede corresponder a crisis hipertensivas severas, infarto de miocardio, úlcera y otras manifestaciones de patología gastroduodenal, tales como ictus explácnico, etcétera. Asimismo están expuestos a accidentes automovilísticos o a cualquier otro tipo de accidente grave. En su primera entrevista, uno de nuestros pacientes manifestó: "Me dijeron que tengo la luz roja prendida". El "me dijeron" revela precisamente que él no había registrado el riesgo al que se refería. Tomando en cuenta las características de estos pacientes, podemos inferir que la mayoría de ellos no llega al análisis, lo que nos lleva a reflexionar no sólo sobre la patología del paciente sino sobre la capacidad del clínico para trasmitir su convicción acerca de la necesidad de tratamiento psicoanalítico. Si partimos de la base de que las construcciones sintácticas elegidas por el paciente muestran indicios del estado de la relación del self con el mundo objetal, podemos decir que en las expresiones "me dijeron que me tengo que analizar", "mi médico me dijo que viniera porque esto me va a hacer bien", está utilizando formas verbales impersonales o sujetos en tercera persona que no lo involucran y que revelan su actitud frente a la consulta. El médico experimentado se constituye en el receptor de lo que el sujeto no puede expresar con palabras, sino con signos corporales, y de este modo registra la señal de alarma que emite el cuerpo del paciente.

c) Estos pacientes generalmente son líderes productivos exigidos y exigentes constituyen el sostén estable del medio familiar y social en el que se desempeñan. Se trata de figuras destacadas en su área de trabajo que cumplen funciones que los vuelven necesarios o imprescindibles para los demás. Para ellos el trabajo es indispensable y crean en relación a éste una trama rígida que les asegure una actividad casi ininterrumpida. No conciben el ocio, ni mucho menos lo pueden disfrutar. No admiten ninguna actividad que no sea "altamente productiva" (desde su propio código). Lo que producen es beneficioso para el medio en el que actúan y crean problemáticas de lealtad mutua. En la mayoría de los casos observados, son pacientes que han escalado posiciones socioeconómicas importantes. Han debido luchar mucho para obtener lo que tienen o mantener lo que recibieron. Vienen a la consulta con un aire de solemnidad. En sus notas de una primera entrevista, uno de nosotros registró: "aire de solemnidad y gran señor, actitud que no se corresponde con las circunstancias del paciente, que está corriendo un riesgo de vida". La formalidad aparece tanto en su aspecto exterior como en sus modales de relación social.

d) No experimentan sufrimiento ni sensaciones de alivio, tienen perturbaciones en el dormir pero sin conciencia del trastorno que ello representa. Todas estas dificultades contribuyen a que estos pacientes carezcan de la posibilidad de adscribir a la entrevista psicoanalítica una significación diferente de la adjudicada a la consulta médica habitual.

e) En general se trata de personas que cursan la edad media de la vida, la mayoría de ellos casados, con hijos, con estructuras familiares convencionales para su medio. Tienen un curriculum vitae "bueno". Son personas que han hecho todo lo que se espera que haga una persona de dicha edad y, frecuentemente aún, mucho más aún. Son "jefes anticipados". La crisis aparece entre los 35 y los 45 años de edad, momento vital de replanteo de todas las relaciones objetales. Pensamos que cuanto más temprano se cristaliza esta estructura, mayor es el riesgo.

f) Definen su identidad a partir de lo que hacen y desde el lugar donde lo hacen. Su pertenencia determina su identidad. Uno de nuestros pacientes se presentó diciendo: "Soy fulano de tal, director de tantas empresas y de tantos bancos". La vida de estas personas es una cuestión de principios formales con obligaciones a cumplir. Trabajo, relaciones familiares, vacaciones, vida sexual, incluso extramarital, fines de semana y hasta el mismo psicoanálisis: todo es trabajo para ellos. Tienen temor al ocio sin reglas.

g) Estas características promueven ciertas particularidades con respecto al encuadre. Exigen pericia del analista para detectar conductas que podrían interpretarse como resistencia al análisis, pero que en realidad no lo son. Como son líderes en los medios en los que se desempeñan, en los comienzos de sus análisis les cuesta concebir las exigencias del encuadre. No las entienden, pues se manejan con otros códigos. Estos pacientes requieren que su analista sea lo suficientemente flexible como para que les posibilite acceder a la adquisición de la significación del espacio que media entre la realidad psíquica y la realidad externa, ya que ellos demoran en configurarlo y por lo tanto la situación analítica se significa lentamente.
Otra particularidad que observamos en las primeras entrevistas es el manejo del tiempo. Para ellos el tiempo es un espacio concreto que hay que llenar en forma inmediata. Así es como varios de estos pacientes solicitaron al terapeuta iniciar perentoriamente el "trabajo analítico" dándole al analista y dándose a sí mismos un tiempo-espacio particular donde cumplirían las premisas planificadas por ellos, tal como lo hacen en su actividad ordinaria. No vienen a desarrollar un proceso sino a que el analista les haga un "service", que los readapte rápidamente para poder seguir sus tareas sin ulteriores complicaciones. No sienten cansancio ni fatiga. Sus receptores cenestésicos no registran este tipo de percepciones. Son personas que no van a dormir sino que "caen" en la cama. Abusan de su cuerpo. Son prisioneros de su personaje. Cuando asumen una responsabilidad la consideran un logro, sin tener en cuenta cómo se van a ver afectados en su estructura de vida, en sus relaciones familiares, etcétera. De la responsabilidad hacen un ideal. Padecen de "normalidad mental", no pueden fallar. La normalidad mental pasa a ser un síntoma. No pueden hacer nada que aparezca como una "locura adolescente" o un rasgo infantil. La infancia y la moratoria de la adolescencia son un lujo.

h) Explotan esta modalidad creando una región tiránica de interdependencia mutua. Al brindarse a los demás con estas características, exigen la misma incondicionalidad del objeto hacia ellos. Como los melancólicos, presentan una generosidad patológica, si bien, lo que brindan al objeto, en parte redunda en su propio beneficio, puesto que necesitan obrar así para realimentar su autoestima. Tienen la prodigalidad del melancólico, es decir que no creen que se los quiera por ellos mismos sino por los servicios que prestan. Como dijimos anteriormente, se presentan como personas exitosas, que pueden adscribirse al grupo descrito por Fenichel como "adictos al trabajo". Si tomamos su éxito como una sublimación, se nos plantea el peligro de la iatrogenia. Desde el punto de vista de un observador desprevenido, estas personas parecen tener una gran capacidad de sublimación, pero en realidad hacen formaciones reactivas respecto de la pasividad. Llevan a cabo una conjunción particular entre autoplastia y aloplastia. La autoplastia deviene en aloplastia cuando consiguen una actividad productiva real en la cual insertarse. En estos pasos modifican las condiciones del medio siguiendo el modelo autoplástico, razón por la cual no pueden delegar y a todo le imprimen su sello personal. Al no disponer de un espacio psíquico interno, utilizan el espacio de la realidad externa como equivalente de aquél.

Nosotros consideramos que lo que impresiona como más "normal" en estas personas en realidad es lo que corresponde a la parte psicótica de su personalidad: la sobreadaptación a la realidad externa, su trastorno del sentido de la realidad, en tanto que su somatización, tomada como señal de alarma, es la denuncia adecuada de sus necesidades renegadas. Pensamos que en estos casos el cuerpo es "sabio" y da un aviso expresando emo? ciones que aún no han encontrado su inscripción mental. En lugar de experimentar emociones sufren modificaciones corporales. Por ejemplo, en lugar de encolerizarse tienen solamente una fuerte descarga adrenalínica que provoca una crisis hipertensiva, sin que experimenten ningún malestar.

Desde nuestra perspectiva, el analista debería considerar que la somatización es un intento para detener el desenfreno adaptativo. Ya hemos hablado de un momento en el que se detecta. la presencia de un accidente potencial, debemos ahora agregar que si este momento puede ser apropiadamente decodificado, permite la posibilidad de salida para estos pacientes y mejorar su pronóstico de vida; en cambio, librados a su propia evolución, el riesgo de muerte puede concretarse.

También existen casos extremos, tales como los de muerte súbita en personas cuya vida ha transcurrido como una sobreadaptación social. Para ellos la muerte en sí misma se podría entender como un mensaje que denuncia lo subyacente a su existencia, es decir, la sobreadaptación social desenfrenada e ilusoria. A nuestro juicio el filme "All that jazz" es una buena ilustración de este planteo. Lo entendemos como una autobiografía que pudo haber escrito después de su muerte, un sujeto que murió de un accidente corporal agudo, cuyos pródromos no fueron tomados en cuenta.

Constelación familiar infantil

Los padres son disímiles, uno aparentemente muy activo, el otro muy pasivo y descalificado. El llamado "activo" es muy voraz. Es activo en su conducta pero caracterológicamente pasivo, y promueve en su hijo una idealización de la voracidad.

Existe falta de concordancia entre los padres. Ninguno de ellos puede atenuar las características patológicas del otro sino que, por el contrario, se potencian mutuamente los rasgos de actividad?pasividad. En nuestra casuística, la madre es predominantemente activa, trabajadora, hiperexigente, empujadora y fija ideales muy difíciles o imposibles de alcanzar. Ambiciosa, insaciable, voraz, sobrevalora la posesión de bienes materiales y compele a su hijo a una sobreadaptación precoz. Tiene características similares a la madre del ulceroso descrita por Garma. A ella no se le puede fallar, el hijo se encuentra ante la exigencia de tener que deslumbrarla permanentemente, por lo que éste se identifica con el ideal de la madre y desde esta identificación ve al padre como una caricatura de los aspectos pasivos, ausentes y desvalorizados.

Algunos miembros de estas familias ¿padres, hermanos, abuelos? sufrieron o sufren enfermedades graves cardiovasculares, alcoholismo, adicciones, patologías mentales severas, etcétera. Es decir, estas personas siguieron el destino al que habrán llegado nuestros pacientes si hubieran sido librados a su propia evolución.

Segunda Parte - Continuación

 

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Fuentes :   Bibliografía, Imágenes y Textos Recomendados   

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