** Conferencias pronunciadas en el 2° Congreso Ibero Americano realizado en Buenos Aires en agosto de 1956, reproducido de Actas Médico Psicológicas, Vol. N° 1 y 2 (1985), Buenos Aires.
Prof. Dr. Hans Selye
Continuación de Etiopatogenia de las enfermedades de Adaptación
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Podríamos concluir señalando que una enfermedad de este tipo podría ser reproducida en los animales con la inyección de desoxicorticosterona. Una dieta que no contiene sal, no permite la producción de esta reacción renal con desoxicortocosterona a menos que se administre en muy grandes dosis.
Los animales que sufren esta lesión renal, en general desarrollan otras manifestaciones somáticas, por ejemplo, una periarteritis nudosa. En un caso vimos el intestino de una rata y todas las ramificaciones de su árbol arterial inflamadas, transformadas en un tubo rígido de granulación. Un animal de control, por su parte, había recibido la misma dosis de desoxicorticosterona, pero en combinación con cortisona: se comprobó así el antagonismo existente entre mineralo y glucocorticoides, porque la cortisona inhibió la reacción inflamatoria.
Una serie grande de enfermedades experimentales pueden influirse en una u otra dirección con cortisona o sustancias hipofisiarias.
Otra exteriorización de la acción de los glucocorticoides es la hipertensión. La enfermedad hipertensiva, en particular las lesiones cerebrales, son por lo general, la causa inmediata de muerte. El animal, con lesión renal agravada después del desarrollo de la hipertensión por una arterioesclerosis o periarteritis nudosa, suele morir de apoplejía cerebral o por una coronaritis, al igual que el ser humano en las enfermedades cardiovasculares.
En las experiencias relatadas hasta ahora hemos tenido la impresión de que los mineralocorticoides, proflogísticos, hacen la enfermedad o la agravan, en cambio los glucocorticoides, antiflogísticos, la inhiben. Esto no sería biológicamente hablando muy probable, porque la inflamación misma es una reacción. La "barricada inflamatoria" es constriuda para separar el tejido enfermo (infectado o con un agente químico nocivo) del tejido normal. Esta "barricada" desempeña un papel importante en fisiopatología. Su destrucción puede eliminar las manifestaciones visibles de la proliferación patológica del tejido morboso, pero funcionalmente ¿reporta alguna ventaja eliminar ese tejido inflamatorio? Al principio entendíamos que sí, pero más tarde, era evidente que no siempre.
Veamos la primera observación de una condición inversa, en la cual el proflogístico salvaba la vida de los animales que estaban enfermos por una sobrecarga de sustancias antiflogísticas. Es el caso del animal al que se le administra grandes dosis de ACTH. Esta experiencia tuvo valor recién cuando pudo obtenerse un extracto hipofisario puro, ya que antes no se sabía si la muerte del mismo se producía por contaminación determinada por el extracto o por el principio hormonal. El animal moría con un síndrome que se acompañaba de pequeños puntos blancos ubicados en riñón, hígado, bazo. Pensábamos que se trataba de abscesos. Habría sido extraoridinario que una sustancia antiflogística producjera todas esas inflamaciones, pero no se trataba de abscesos sino de colonias de microbios no patógenos, no por modificación en el microbio sino en el terreno. La resistencia entonces, disminuye al punto que los microbios pueden proliferar como "in vitro". En una srie de 20 animales, ninguno de ellos murió cuando a la ACTH se le agregó STH. Histológicamente si se examina la estructura del pulmón, se encontrará un gran número de microbios que son un poco basófilos y no existe barricada inflamatoria que pueda separar estos microbios del tejido normal del pulmón.
Si conjuntamente con la ACTH se administra la hormona antagónica, la STH, no se produce la inflamación.
En la rata, no puede producirse la tuberculosis experimental con un microbacterio de tipo humano, porque normalmente son completamente resistentes; pero en estado de stress, pueden infectarse. Esto tiene gran interés desde el punto de vista psicosomático porque mustra cómo una enfermedad del tipo de una tuberculosis, puede ser influida por el mecanismo del stress.
En los pulmones de una rata infectada con tuberculosis tipo humana se observan nódulos, tubérculos que son infecciones mixtas. Hemos identificado proliferaciones de microbacterios que se desarrollan muy bien en estos animales porque estaban tratados con ACTH. Estas ratas recibieron STH conjuntamente con ACTH y la inhibición fue perfecta. Podemos afirmar que la resistencia normal a la enfermedad ha sido eliminada por una hormona y esa afección, a su vez, es inhibida por la hormona antagónica.
En la medicina psicosomática desempeña papel preponderante la úlcera gástrica, la hipertensión, la artritis.
Voy a mostrar una técnica que nos ayuda mucho en el estudio de la inflamación, en particular de la perforación gástrica, que puede observarse en los animales en stress. Es la técnica que se llama de la bolsa de granuloma. En la rata puede producirse un órgano artificial mediante la inyección subcutánea de aire y de una pequeña cantidad de aceite de crotón. Bajo la influencia de ese aceite, el tejido conectivo de la pared del saco se transforma en un granuloma, el que segrega un exudado hemorrágico que gradualmente toma el sitio del aire. Por medio de este método, la inflamación puede medirse exactamente en miligramos o milímetros cúbicos. Al inyectarse un poco de aceite de crotón o de formalina bajo la piel, se produce una inflamación que no tiene una forma precisa, pero mediante la inyección previa de aire, se puede forzar al tejido conectivo para que tome una forma regular, podríamos decir geométrica. Puede inyectarse una sustancia en las arterias locales para conducirlas directamente al granuloma y lo que es más importante, disecarse el granuloma de manera muy exacta. Una compresión manual permite eliminar todo el tejido inflamatorio. La separación con el tejido normal está bien delimitada y para medirla, puede extraerse el exudado con una jeringa que nos indicará el volumen en mm3 del líquido extraído, pudiendo medirse el resto de tejido sólido en miligramos. Este "test" nos ha permitido conducir experiencias de resistencia del granuloma, es un "test" de función. La función de la inflamación es el papel que desempeña como "barricada" de separación de la parte enferma de la sana. Con este "test" se observa el saco granulomatoso después de la fijación en formalina.
Para estudiar la úlcera gástrica hemos inyectado jugo gástrico en el granuloma. Si no existiera granuloma inflamatorio, si se inyectara solamente aire, inmediatamente se produciría la digestión del tejido. Pero si primero se produce un granuloma con aceite de crotón, se puede introducir gran cantidad de jugo gástrico y no habrá perforaciones ni atacará al tejido inflamatorio. Si el animal se encuentra en estado de stress de inmediato se produce una perforación. Si se administra ACTH o cortisona, puede obtenerse la perforación de este tejido como si se tratara de una úlcera gástrica, pero ni la ACTH ni el stress pueden determinar una perforación en el animal suprarrenalectomizado.
Para resumir, queremos afirmar que todos los agentes que actúan sobre el organismo o cualquiera de sus partes ejercen efectos dobles: 1°) acciones específicas, como las que hemos mencionado en nuestra exposición, excepto en lo que se refiere a la modificacione que ejercen sobre las acciones inespecíficas de los mismos, agentes o condicionantes; 2°) efectos inespecíficos stressantes cuyas vías principales, de acuerdo con nuestros conocimientos actuale son expuestas en el esquema que explicaremos a continuación.
El stressor ( por ejemplo, una colonia de microbios ) actúa sobre el área target (cualquier parte del cuerpo), directa e indirectamente, por vía hipofisoadrenal. Por alguna vía desconocida marcha un estímulo desde la zona directamente afectada hasta la hipófisis anterior y comunica la existencia de un estado de stress. Es bastante probable que este primer mediador de la defensa hormonal no sea siempre el mismo. En algunas ocasiones, puede ser una descarga de adrenalina; en otras, una liberación de metabolitos tisurales tóxicos del tipo de la histamina, un impulso nervioso e incluso, deficiencias súbitas en algún componente importante del organismo, tal como la glucosa.
La ACTH estimula la corteza suprarrenal para la descarga de corticoides. Algunos de éstos, los proflogísticos, estimulan la reactividad y la capacidad proliferativa del tejido conectivo aumentando el potencial inflamatorio. En esta forma contribuyen a oponer una fuerte barricada de tejido conectivo por medio del cual es protegido el organismo contra la posterior invasión del agente patógeno vulnerante.
Sin embargo, en condiciones normales, la ACTH estimula la suprarrenal mucho más eficazmente para segregar corticoides antiflogísticos, los cuales inhiben la posibilidad del organismo para establecer barricadas granulomatosas. Esto tiende a producir involución del tejido conectivo con depresión prolongada del potencial inflamatorio. De este modo, se abren las vías de difusión a la infección (hay atrofia del tejido conectivo y disminución del agente inflamatorio). Esta disminución ha hecho posible la perforación de una úlcera gástrica, la propagación de la tuberculosis, etc.
Por lo que sabemos, la ACTH estimula siempre la suprarrenal para producir los diversos corticoides en la misma proporción y siempre con gran predominio de corticoides antiflogísticos. Sin embargo, la hormona somatotrofica (STH) de la hipófisis incrementa el potencial inflamatorio del tejido conectivo en forma semejante a la de los corticoides proflogísticos, por lo tanto sensibiliza la zona sometida a su acción. Si la ACTH no tuviera acción sobre la corteza suprarrenal, podría la STH cambiar la relación entre pro y antiflogísticos por su acción directa de sinergismo.
Es posible que la hipófisis segregue además alguna cortocotrofina especial que induzca a las suprarrenales a elaborar, preferentemente, corticoides proflogísticos. La misma ACTH puede poseer tales efectos, pero ello no ha sido demostrado todavía. En todo caso, si la ACTH fuera la única cortocotrofina, la acción de los corticoides producidos bajo su influencia puede ser ampliamente diferente según los factores condicionantes, tales como la STH misma que sensibilizan especialmente la zona sometida a sus efectos para uno u otro tipo de acción corticoide. Realmente los factores condicionantes alteran la respuesta a la ACTH de la propia corteza suprarrenal.
El tipo de reacción fundamental de los agentes tópicos es la inflamación, mientras que para los que afectan a todo el organismo es el síndrome general de adaptación. Combinaciones diversas de estas dos respuestas son la esencia de la mayoría de las enfermedades.
Antes de finalizar deseo referirme a algunas experiencias nuevas, aún no publicadas y que amplían el campo de la medicina experimental.