** Conferencias pronunciadas en el 2° Congreso Ibero Americano realizado en Buenos Aires en agosto de 1956, reproducido de Actas Médico Psicológicas, Vol. N° 1 y 2 (1985), Buenos Aires.
Prof. Dr. Hans Selye
Continuación de Etiopatogenia de las enfermedades de Adaptación
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Antes de finalizar deseo referirme a algunas experiencias nuevas, aún no publicadas y que amplían el campo de la medicina experimental.
Las lesiones patológicas que pueden asentar en diferentes partes del cuerpo de un animal y que son producidas por los más diversos agentes etiológicos, obedecen a las hormonas que pueen aumentar o inhibir un fenómeno morboso.
La primera experiencia que vamos a relatar la realizamos en Montreal en estos últimos meses, en ratas que recibieron gran cantidad de cortisol y vitamina D, lo que les desarrolló en la aorta placas calcificadas semejantes a las de la esclerosis. Pudo verificarse que estas lesiones no se instalaban si se administraban el cortisol o la vitamina en forma aislada. En la partenogénesis de esta lesión vascular pueden participar las hormonas del tipo glucocorticoide.
Otro animal recibió una dieta rica en fosfato de sodio en cantidades que por sí mismas no producían calcificación, pero se produjo una lesión renal que fue determinada por la asociación de fosfato de sodio y desoxicorticosterona. El exceso de fosfato de sodio que puede contener una dieta puede inhibirse por la administración simultánea de cortisol, mientras que la lesión aórtica que les he mencionado puede inhibirse con desoxicorticosterona y agravarse con cortisol.
Interesa destacar, considerando estas experiencias, que en diversas partes del organismo, una lesión morbosa caracterizada por calcificación producida por diversos agentes, puede modificarse por las hormonas adaptativas y aquí, como en tantos otros órganos, existe un antagonismo entre glucocorticoides y desoxicorticosterona.
En los últimos meses, en el Instituto de Medicina Experimental de Montreal, se ocuparon de la intoxicación causada por un agente químico que se encuentra en una planta leguminosa, el lapirus colorado, que se la encuentra en abundancia en ciertas provincias de España y de la India. En aquellos individuos que comen esta planta en grandes cantidades, aparecen lesiones morbosas en el esqueleto y en el sistema nervioso.
Si se hace comer ese vegetal a un animal de laboratorio, desarrolla este tipo de lesiones. Esto se conoce desde hace mucho tiempo. Ya hemos visto la acción que sobre el desarrollo de esta enfermedad de los huesos tiene la administración de hormonas que nosotros llamamos adaptativas. El cortisol inhibe el progreso de esta clase de lesiones.
Cuando estos animales ingieren el lapirus, se aprecia en los huesos, generalmente en los puntos de inserción de los músculos, la producción de exóstosis. La administración de STH provoca la aparición de deformaciones y exóstosis en todo el esqueleto.
Por otra parte, la administración de STH, hormona somatotrófica, agrava la lesión; en especial el cartílago de conjunción se presenta muy desorganizado, existen proliferaciones que semejan tumores y las exóstosis son marcadas.
Investigaciones recientes, realizadas en algunos laboratorios estadounidenses han permitido extraer un principio activo de esta planta. Se trata de un cuerpo muy simple, la beta-amino-propio-fenona o nitril, que cuando se inyecta en animales de experimentación determina deformaciones extraordinarias de los huesos del esqueleto.
En el fémur de un animal que recibió una dosis grande de beta-amino-propio-nitril, observamos que el hueso estaba desorganizado en su estructura, comprobándose la presencia de exóstosis en las epífisis. Si al mismo tiempo que se administra beta-amino-propio-nitril, se administra STH, esta hormona de crecimiento agrava el proceso que es inhibido con ACTH. Este es otro ejemplo de la ley general de que algunas enfermedades se pueden influir de dos maneras opuestas con hormonas adaptativas.
El lapirus dado en grandes cantidades, durante cierto tiempo, puede producir aneurismas en animales normales. Vimos así el caso de ratas a las que se les administraba desoxicorticosterona en cantidades que normalmente, en animales de su peso, no producía lesiones que podríamos objetivar macroscópicamente. En ningún caso se producía aneurisma de la aorta. Los 20 animales que recibieron concomitantemente beta-amino-propio-nitril desarrollan todos, sin excepción, un aneurisma disecante de la aorta.
Cuando se incorpora lapirus a la dieta de animales durante un período menos largo los huesos no sufren tanto y el corazón y la aorta son normales.
Estos ejemplos ilustran el concepo general que hemos discutido durante tantos años, en el sentido de que varias manifestaciones morbosas se pueden atenuar, agravar o inhibir con hormonas de adaptación.
Podemos deducir que lesiones cualitativamente diferentes están bajo la dirección de estas hormonas; no parece muy improbable que en la patología humana, excesos en la producción de ete tipo de hormonas puedan influir sobre el desarrollo de las distintas enfermedades.
Al ocuparme del efecto de las hormonas corticoides, quisiera mencionar unas experiencias sobre lo que hemos llamado la "anestesia hormonal", especialmente porque ahora empieza a utilizarse para la realización de intervenciones quirúrgicas. En el año 1940 observamos que animales -ratas en particular, y después lo hemos realizado en perros, gatos y monos a los que se les administraba grandes cantidades de progesterona, entraban en el estado de anestesia. Esa hormona no actúa por vía subcutánea; debe ser inyectada en el peritoneo, donde se produce su absorción masiva inmediata o bien, por vía intravenosa. Las primeras investigaciones en este campo utilizaban hormonas que no eran solubles en agua, por lo que no podían administrarse por vía intravenosa. Después de un tiempo, hemos llegado a preparar el hemisuccinato de desoxicorticosterona, que es sumamente soluble, por lo que puede inyectarse por vía endovenosa, sin que precipite en la sangre circulante.
Años más tarde, un grupo de ginecólogos de California, observó que en el hombre podía inducirse una anestesia mediante la ingestión oral de progesterona. En esa época, esto no constituía una solución práctica, desde el momento que una sola anestesia costaba alrededor de diez mil dólares.
La aplicación clínica de esta observación se fundaba especialmente en la preparación de un compuesto que difiere escasamente del hemisuccinato de desoxicorticosterona. Se lo llama hydroxydiona y es preparado comercialmente bao la marca de Viadril. Esa sustancia tiene la ventaja de que inactiva por completo la acción hormonal de la desoxicorticocosterona. Distintas experiencias han demostrado que fenómenos nerviosos tales como el shock, pueden influirse por las hormonas. En la resistencia al electroshock existe este mismo antagonismo entre grupos corticoides como lo hemos verificado en otras condiciones; en un caso, existe aumento y en otro, disminución por el distinto tipo de esteroide utilizado.
Deseo referirme al efecto extraordinario de un compuesto halogenado, el 2-metil-9-alfa-cloro-cortisol. Conocemos en la clínica el efecto de la clorinación en la posición 9-alfa y el efecto del metil. Estas dos modificaciones en conjunto inducen una actividad mineralocorticoidea extraordinaria. Experiencias recientemente concluidas, en las cuales hemos inducido este compuesto el síndrome de hialinización cardiovascular y nefroesclerosis, nos permiten afirmar que el 2-metil-9-alfa-cloro-cortisol es 178 veces más activo que la DOCA. Unos pocos microgramos son capaces de producir una periarteritis mortal.
Prof. Dr. Hans Selye